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Calles que unen…, y que separan en tiempos de pandemia

  • Las calles Laguna Seca, entre El Portil (Punta Umbría) y Nuevo Portil (Cartaya); Hornos, que separa las zonas de Isla Cristina y Ayamonte en Pozo del Camino; y el Camino de la Raya, entre Villanueva de los Castillejos y El Almendro, son tres ejemplos de núcleos de población donde es prácticamente imposible respetar el cierre perimetral de los municipios  

Las espadañas de las iglesias de Castillejos y El Almendro dibujan en el horizonte la unión entre estos dos municipios andevaleños

Las espadañas de las iglesias de Castillejos y El Almendro dibujan en el horizonte la unión entre estos dos municipios andevaleños / Jordi Landero (Huelva)

La calle Laguna Seca separa El Portil de Nuevo Portil, en Punta Umbría y Cartaya, respectivamente; la calle Hornos corta en dos Pozo del Camino, dejando a un lado el término municipal de Ayamonte, y al otro el de Isla Cristina; y la calle del Cabezo -conocida popularmente como Camino de la Raya- hace de frontera entre los cascos urbanos principales de los municipios surandevaleños de Villanueva de los Castillejos y El Almendro.

Son solo tres ejemplos de núcleos poblacionales onubenses separados por una calle -que en realidad une más que separa-, los cuales desde el pasado martes, con la entrada en vigor del último decreto de la Junta de Andalucía con el objeto de contener la propagación del coronavirus, han quedado más separados que nunca dada la prohibición de sus vecinos de cruzar de un término a otro en virtud del confinamiento perimetral de los municipios andaluces que incluye entre sus medidas.

Atendiendo a la literalidad de la norma, actualmente está limitada la entrada y salida de todos los municipios de Andalucía, salvo para desplazamientos justificados por causas como asistencia a servicios sanitarios; obligaciones laborales y de estudios; retorno al lugar de residencia habitual; cuidado de personas mayores, menores, dependientes o vulnerables; a entidades financieras, de seguros o estaciones de repostaje; por actuaciones requeridas ante órganos públicos, judiciales o notariales; por renovación de permisos y documentación oficial; para recolección en huertos por sus propietarios o arrendatarios, así como para la atención de animales domésticos; para comprar productos alimenticios por quienes tengan su residencia habitual en localidades que, siendo de otro término municipal, carezcan de establecimientos que permitan su adquisición y sean limítrofes; para asistir a centros veterinarios por motivos de urgencia; para actividades deportivas autorizadas o por cualquier otra causa de fuerza mayor.

Pero como dice el refrán, del dicho al hecho hay un buen trecho, y en estos núcleos poblacionales compartidos por dos municipios es prácticamente imposible aplicar esta medida al pie de la letra. Las autoridades locales lo saben. Y de hecho se está flexibilizando al máximo su cumplimiento. Todos coinciden en que no tiene sentido.

Isabel Flores y su marido pasean a su perro en la calle Laguna Seca, justo en el límite entre Cartaya y Punta Umbría Isabel Flores y su marido pasean a su perro en la calle Laguna Seca, justo en el límite entre Cartaya y Punta Umbría

Isabel Flores y su marido pasean a su perro en la calle Laguna Seca, justo en el límite entre Cartaya y Punta Umbría / Jordi Landero (Huelva)

Los lazos entre las personas que viven a uno y otro lado de estas calles son muy estrechos. Y no solo a nivel práctico con entidades financieras, gasolineras, centros sanitarios, y otros muchos servicios y comercios compartidos; sino también a nivel afectivo, con familias y grupos sociales que llevan años entrelazándose a ambos lados de la línea imaginaria que traza el límite territorial de cada municipio.

Ateniéndose a la norma, Angustias Fernández, que vive en la zona ayamontina de Pozo del Camino, afirma que tiene que desplazarse catorce kilómetros para llenar la cesta de la compra, teniendo a Isla Cristina a solo dos. Esta situación causa "un poco de extorsión", subraya, "pero yo soy mayor y mi hija, que trabaja en Isla Cristina y cuya vivienda está junto a la mía, me proporciona todo lo que necesito".

En similar situación está Antonia Gómez, que trabaja en la única farmacia de Pozo del Camino, situada en la parte de Ayamonte. "No voy a cuestionar la medida –afirma- porque este virus nos está fastidiando mucho y tenemos que acabar con él, pero aquí tenemos el problema de que pertenecemos a dos municipios". En este sentido afirma que, a pesar de residir y trabajar en la parte de Ayamonte, por cercanía su vida social está en Isla Cristina: "el contacto que tengo con Isla Cristina no lo tengo con Ayamonte. Mis hijos están en institutos y clases particulares en Isla Cristina. Y en Ayamonte solo pago los impuestos" a lo que añade que "se tendrían que haber tenido en cuenta estas situaciones".

La fachada de la Casa de José Botello, en la calle Hornos de Pozo del Camino, da al término de Ayamonte, mientras que la puerta falsa sale al de Isla Cristina La fachada de la Casa de José Botello, en la calle Hornos de Pozo del Camino, da al término de Ayamonte, mientras que la puerta falsa sale al de Isla Cristina

La fachada de la Casa de José Botello, en la calle Hornos de Pozo del Camino, da al término de Ayamonte, mientras que la puerta falsa sale al de Isla Cristina / Jordi Landero (Huelva)

El caso de José Mora y José Botello es más inaudito. Ambos son mayores y residen en la calle Hornos de Pozo del Camino, justo en una hilera de viviendas cuyas fachadas dan al término de Ayamonte y sus puertas traseras al de Isla Cristina. "Vivimos entre dos pueblos, pero intentaremos cumplir porque la situación está muy complicada", indica Mora, carpintero jubilado, quien añade que los vecinos están concienciados porque "hay mucho miedo al virus".

"En teoría nuestras casas están en Ayamonte porque sus fachadas dan a dicho término", replica Botello, quien se muestra convencido de que "deberían haber contemplado una excepción para casos como éste". No obstante ambos piensan que "tanto la Guardia Civil como la Policía Local van a ser flexibles al entender esta situación", a lo que añaden que "es solo una suposición y nos podríamos arriesgar a que nos multasen", concluye.

Emilio Jesús López Maestre, que preside la Asociación de Vecinos San Juan Bosco de Pozo del Camino, asegura tener una visión de conjunto del núcleo: "esto es un único núcleo de población muy unido, por el que siempre nos hemos movido libremente y sin tener en cuenta en qué término estamos en cada momento. Y eso es muy difícil de deshacer". No obstante se muestra tranquilo al respecto ya que, tras consultar a las autoridades locales sobre el asunto, "me comentan que se va a ser flexible porque eso de estar divididos no se entiende en nuestro caso".

Algo muy similar pasa en El Portil y Nuevo Portil, donde Isabel Flores vive en la calle Laguna Seca, en la acera de El Portil (Punta Umbría). Esta profesora de Secundaria de un instituto de Aljaraque admite que la situación "se vive de una forma muy rara" porque "ahora no puedo cruzar a la acera de enfrente por ser de Cartaya, que es lo que llevo haciendo desde hace bastantes años para cosas tan cotidianas como pasear o sacar al perro a un descampado".

Las empresarias Mª del Rosario Ruiz (El Almendro) y Mª Jesús Domínguez, hablan en la calle que separa ambos términos, bajo uno de los símbolos de la romería que comparten Las empresarias Mª del Rosario Ruiz (El Almendro) y Mª Jesús Domínguez, hablan en la calle que separa ambos términos, bajo uno de los símbolos de la romería que comparten

Las empresarias Mª del Rosario Ruiz (El Almendro) y Mª Jesús Domínguez, hablan en la calle que separa ambos términos, bajo uno de los símbolos de la romería que comparten / Jordi Landero (Huelva)

Para Flores es todo también "un poco caótico" porque "cuando preguntamos a la Policía, ni ellos lo tienen claro y, dependiendo del agente unos te dicen que sí y otros que no". No obstante asegura que por el momento "nadie ha venido por aquí aún a controlar si cruzamos de una acera a la otra de la calle, por lo que creo que se está siendo un poco flexible".

Al "caos" del que habla Isabel Flores también contribuye que "se supone que tengo que ir a Punta Umbría a comprar, y a El Rompido -en Cartaya-, para llevar y recoger a mis hijos del colegio. Y así estamos la mayoría de vecinos por aquí".

Por todo ello se muestra partidaria de una "excepcionalidad" a la medida en este tipo de casos, "donde todos los vecinos convivimos juntos, independientemente del término en el que esté cada viviendas, y donde compartimos centro de salud, comercios, y hasta el único cajero automático del núcleo, que está en la zona de Cartaya".

A pesar de todo, concluye, "vamos a cumplir por responsabilidad, y porque no vaya a ser que tengamos la mala pata de que, por la tontería de sacar al perro al descampado del otro lado de la calle nos traigamos a casa una sanción". 

El caso de Villanueva de los Castillejos y El Almendro es un poco distinto. Estos dos pueblos andevaleños presentan la cualidad de que, a pesar de que sus vecinos tienen una fuerte convicción identitaria de pertenencia cada uno a su municipio, en la práctica los lazos entre ellos son también mucho más estrechos. Por compartir comparten hasta patrona y romería, una de las más antiguas de la provincia de Huelva, que cada año celebran en honor a la Virgen de Piedras Albas durante los días posteriores al Domingo de Resurrección.

Vecinos de El Almendro y de Castillejos, conversan en el Camino de la Raya, justo en el límite entre ambos términos Vecinos de El Almendro y de Castillejos, conversan en el Camino de la Raya, justo en el límite entre ambos términos

Vecinos de El Almendro y de Castillejos, conversan en el Camino de la Raya, justo en el límite entre ambos términos / Jordi Landero (Huelva)

Aquí, la estrecha carretera que separaba ambos términos hasta hace 30 o 40 años, se ha transformado en una calle que comparten ambos pueblos gracias al avance constructivo experimentado por sus dos cascos urbanos.

Como muestra, un botón. A los pies de dicha calle tiene su casa -en la parte de El Almendro- Francisco Limón, un albañil natural de Villanueva de los Castillejos que se muestra tranquilo con la medida ya que "las autoridades locales nos comentan que se va a ser flexible porque esto, al fin y al cabo, no deja de ser una calle que atraviesa un mismo núcleo de población formado por dos pueblos". Y es que según añade, hay servicios que solo están presentes en uno de los dos pueblos como oficinas bancarias, supermercados y comercios de todo tipo.

"Entiendo la medida de cerrar perimetralmente los pueblos para luchar contra el virus -indica- pero en casos como este no tiene mucho sentido porque somos dos poblaciones que, con el paso de los años estamos totalmente unidas". "Una unión no solo geográfica -concluye- sino también afectiva, con familias de uno y otro pueblo entrelazadas, y con matrimonios, hijos, padres, abuelos y amigos que viven a uno y otro lado del Camino de la Raya.

María del Rosario Ruiz es de El Almendro y tiene una tienda de decoración en dicho municipio, en la calle que separa ambos términos. Justo en la acera de enfrente está la tienda de muebles de María Jesús Domínguez, de Villanueva de los Castillejos. Cada una reside y tiene su establecimiento en su pueblo, desde cuyas puertas se ven a diario las caras y se saludan. Además, son amigas.

Las dos coinciden en no entender la medida para casos como el de sus localidades. "Solo nos separa una pequeña carretera", afirma Ruiz, a lo que Domínguez añade que "aquí hay mucha vida social, intercambio comercial y convivencia entre vecinos de uno y otro municipio. Es como si fuñésemos un solo pueblo, y eso no se puede dividir a golpe de decretos".

Una ciclista pasea por la calle Laguna Seca, cuyo centro separa los términos de Cartaya y Punta Umbría Una ciclista pasea por la calle Laguna Seca, cuyo centro separa los términos de Cartaya y Punta Umbría

Una ciclista pasea por la calle Laguna Seca, cuyo centro separa los términos de Cartaya y Punta Umbría / Jordi Landero (Huelva)

"Compartimos lazos familiares, centros educativos, médico…, por lo que esto es inviable y no tiene ningún fundamento que nos separen". No obstante están tranquilas porque las autoridades locales les han dicho que va a haber "flexibilidad".

A todo lo anterior añaden su condición de empresarias: "en nuestro caso, que tenemos negocios, lo que nos hacía falta con la que está cayendo es que impidiesen venir a la mitad de la clientela a nuestras tiendas por no poder cruzar una simple calle".

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