Almadrabas en primera persona

patrimonio cultural 'Capitanes de almadraba' recopila vivencias sobre las diferentes tareas en este proceso tradicional de pesca

El almadrabero de Lepe José El Pelao narra en un libro sus experiencias laborales en este sector de pesca extractiva · Esta modalidad empleaba a cientos de pescadores onubenses en el siglo pasado

1. Almadraberos onubenses. 2. Almadraberos de Lepe y El Rompido. 3. Levantada en la almadraba de Nueva Umbría. 4. Vista aérea actual del real de la almadraba de Nueva Umbría en la Flecha de El Rompido. 5. Levantada en la actualidad en una almadraba del Golfo de Cádiz. 6. Vista aérea de una levantada en la actualidad de una almadraba del Golfo de Cádiz. 7. José Fernández, El Pelao, uno de los protagonistas del libro Capitanes de almadraba.
1. Almadraberos onubenses. 2. Almadraberos de Lepe y El Rompido. 3. Levantada en la almadraba de Nueva Umbría. 4. Vista aérea actual del real de la almadraba de Nueva Umbría en la Flecha de El Rompido. 5. Levantada en la actualidad en una almadraba del Golfo de Cádiz. 6. Vista aérea de una levantada en la actualidad de una almadraba del Golfo de Cádiz. 7. José Fernández, El Pelao, uno de los protagonistas del libro Capitanes de almadraba.
Jordi Landero / Cartaya

08 de julio 2012 - 05:01

El atún rojo y su tradicional captura mediante el sistema de almadrabas ha adquirido gran notoriedad en los últimos años. Es frecuente encontrar en los medios de comunicación noticias sobre los problemas derivados de la explotación de esta preciada especie por el exceso de capturas, la aplicación de cuotas y su alto valor culinario, así como numerosos reportajes y documentales sobre el ancestral arte de las almadrabas.

Pero pocas veces se han abordado estos temas desde la perspectiva de los almadraberos, en primera persona, y sumando a ello el punto de vista humano, técnico e histórico.

Esa precisamente es la intención del catedrático de Latín, doctor en Humanidades, autor de varios libros sobre arqueología en Huelva, coautor de distintas publicaciones sobre las almadrabas andaluzas, entre otras la de Nueva Umbría, cuyos restos yacen en le Flecha de El Rompido, Juan M. Ruiz; del profesor de Matemáticas, doctor en Química, presidente de la asociación Thunnus thynnus y autor de varios libros sobre el atún rojo y las almadrabas del Golfo de Cádiz, José Antonio López; y del veterano y conocido almadrabero José Fernández Ferrera, El Pelao, que durante su dilatada carrera profesional ha ejercido como tal en las almadrabas de Nueva Umbría, El Loro y Barbate, además ha sido tercero en La Atunara; tercero y segundo en Tarifa y finalmente, como colofón, capitán de la almadraba de Tarifa

Y es que estos tres onubenses ultiman estos días de forma totalmente altruista y animados sólo por su pasión hacia el mundo de las almadrabas, la salida a la calle del libro Capitanes de almadraba, en el que a raíz de numerosas entrevistas a los verdaderos protagonistas de las almadrabas: desde capitanes a vigilantes, pasando por copejadores, administradores, ranas, carpinteros de ribera, o ronqueadores, así como sus familiares más directos, pretenden dar a conocer el mundo de las almadrabas del siglo XX en el golfo de Cádiz, y más concretamente en Huelva.

Un libro para el que han sido fundamentales los testimonios del capitán onubense José Fernández, El Pelao, que narra en primera persona sus vivencias en las almadrabas de Nueva Umbría, El Loro, Barbate, La Atunara o Tarifa, entre otras.

El Pelao, según los autores del libro "es todo un ejemplo de los cientos de almadraberos de Lepe, Cartaya, Isla Cristina, o La Redondela, que trabajaron a lo largo del siglo XX en las almadrabas del Golfo de Cádiz.

El propio almadrabero cita en el primer capítulo del libro: "Nací en Lepe, el 12 de diciembre de 1930, y si no nací en un real de almadraba fue porque en los meses de invierno no había faena en la pesca del atún. Mi abuelo y mi padre trabajaban por aquel entonces en la almadraba Reina Regente, con el mejor capitán de todos los tiempos, Antonio Miguel Columé, de La Higuerita, Antonio Mijé le decían. Mi padre era El Pelao, como mi bisabuelo, como mi abuelo, como mi tío Manuel. Mi hermano Juan es El Pelao. Yo, José Fernández Ferrera, soy también El Pelao".

El octogenario profesional narra así sus vivencias en las almadrabas: los preparativos, el calamento, las levantadas, la leva, las fiestas, las canciones de trabajo, o la vida de los almadraberos; así como de los capitanes de los que aprendió, de su padre, y de las familias que convivían en los reales, auténticos poblados temporales erigidos expresamente para la pesca del atún.

También cuenta El Pelao los problemas sociales y laborales en estos centros de trabajo, además de hablar del futuro de la pesca del atún.

En cada uno de los 27 capítulos en los que se estructura el libro, junto a la narración se insertan numerosos planos, fotografías y dibujos de las respectivas almadrabas, reales, faenas, lugares y protagonistas, hasta sumar unos 200 documentos gráficos que abarcan desde principios del siglo XX hasta los primeros años del XXI.

En otro emotivo fragmento cuenta El Pelao: "Mis primeras imágenes de una almadraba, con 2 ó 3 años, son del real que había en la Punta de Levante, en Isla Cristina, lo que después fue el Real de las Cabezas, pero luego, en 1934, las compañas se vinieron a la almadraba de Nueva Umbría, frente al Rompido, con Trementina de capitán, (…). De este real, en el que me crié, en el que mamé el mundo de las almadrabas, son casi todos mis recuerdos, en los que se mezclan cosas que me contaron y otras que viví, aunque a ciencia cierta a veces no sé decir cuáles son las oídas y cuáles las vividas, pero a fin de cuentas, si mi memoria y mi vida tienen los días contados, como los atunes, qué más da que algunas de las historias que cuente sean mitad verdad, mitad imaginadas".

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