Ante supuestas irregularidades del Rey emérito no se puede mirar para otro lado.

Algunos están intentando, un día tras otro, no mirar de frente a los problemas para darles solución.

Hastiados tienen sus señorías a los españoles, a quienes se deben, para quienes trabajan.

A la derecha le importa un bledo los muertos, la falta de trabajo de muchos y el hambre de tantos.

El cainismo existente en el Parlamento no solo es lamentable, resulta hasta grotesco.

El poder que la ciudadanía le otorga a los poderes públicos está limitado en la Constitución española.

No hace distinciones entre menesterosos ni ricos, entre africanos ni europeos, entre blancos o negros.

El Covid-19 ha cogido a España en el peor momento político desde la llegada de la democracia.

Debemos pedir al Gobierno, que sea más coherente, que preste más atención a nuestras necesidades.

Cada gota de libertad ha de ser defendida -siempre- con uñas y dientes ante los involucionistas.