Tribuna

María Jesús Montero

Ministra de Hacienda y portavoz del Gobierno

Con acento en el progreso

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Con acento en el progreso

La historia de Andalucía es la de una tierra próspera que rebosa talento y creatividad. Sin embargo, en demasiadas ocasiones el nombre de Andalucía se asocia a estereotipos relacionados con el escaso desarrollo.

Poca gente sabe que en el siglo XIX aportábamos el 25% del PIB nacional o que nuestro peso industrial suponía un 18% del total. Fue durante la dictadura cuando la incipiente apuesta industrial se diluyó, nuestra economía pasó a ser más dependiente del sector primario y la brecha con el norte se disparó.

La llegada de la autonomía nos permitió reorientar ese camino. La ayuda de los fondos europeos fue clave y durante años avanzamos en convergencia al punto que dejamos de ser región objetivo uno. La crisis financiera truncó la trayectoria y ahora la crisis de la Covid-19 puede profundizar en la cicatriz o ser el punto de inflexión que Andalucía necesita.

Andalucía tiene unas excelentes bases para impulsar un crecimiento sólido, sostenible e inclusivo. Por ejemplo, a partir de las energías limpias, generando valor añadido en sectores donde somos punteros como la agricultura o el sector aeronáutico. Y, por supuesto, apostando por la innovación y la investigación biomédica, un campo estratégico como estamos viendo en esta pandemia.

Contamos con las palancas necesarias para hacerlo. Un capital humano y un tejido empresarial dispuestos a aprovechar las oportunidades. Unos Presupuestos Generales del Estado que, por primera vez en una década, cumplen con la inversión por población, con 2.144 millones en inversión estatal, un 44% más que los PGE 2018, los últimos del PP y Cs. La mayor financiación autonómica, con más de 20.000 millones por segundo año consecutivo. Y los recursos de la solidaridad europea para favorecer la reconstrucción. Sólo en el apartado del React-UE, Andalucía recibe el 19% del total asignado a España, más de 1.880 millones.

Tenemos que reflexionar acerca del modelo de sociedad que queremos. Y muy especialmente tenemos que escuchar y dar voz a las próximas generaciones, que acumulan dos crisis viendo cómo se merman sus posibilidades de desarrollo. Por ellos y ellas, por su futuro, es tiempo de superar intereses partidistas y remar en la misma dirección.

El Plan de Recuperación es la oportunidad para ganar en competitividad, aumentando nuestra productividad y la cohesión social. No se trata de rescatar viejos proyectos o de azuzar agravios comparativos entre territorios. Se trata de anticipar el futuro, transformando la realidad productiva de Andalucía, contando con los entes locales, en línea con los objetivos de la Unión Europea y que estaban en la hoja de ruta del Gobierno de España: agenda urbana y rural, infraestructuras, transición energética, digitalización, ciencia e innovación, educación, refuerzo del Estado de Bienestar o industria de la cultura.

Andalucía, por la estructura de su tejido productivo, ha sufrido cada crisis de manera más virulenta que otras regiones. Que la pandemia no originara más paro estructural en nuestra tierra ha sido una de las prioridades del Gobierno de España con las medidas para sostener la renta y el empleo.

Merece la pena recordar el ingente esfuerzo realizado. En 2020 en Andalucía 570.864 trabajadores han estado protegidos por los ERTE, con un coste total de 1.708 millones. Más de 262.000 autónomos han recibido la prestación extraordinaria por cese de actividad. El Ingreso Mínimo Vital ha ayudado a 154.477 personas a combatir la pobreza. Y 1,6 millones de pensionistas han visto revalorizada su pensión.

El schock en la economía no se ha trasladado con igual intensidad al terreno laboral. Si comparamos lo ocurrido con los primeros meses de la crisis de 2008, la tasa de paro en Andalucía ha crecido una quinta parte, la caída en los afiliados a la Seguridad Social ha sido cinco veces menor, y el número de autónomos no sólo ha resistido, sino que ha crecido en 7.350 más. Estos datos demuestran que, a pesar de la gravedad del momento, Andalucía ha logrado resistir mejor que en otras crisis.

Parte de ello se debe a la respuesta fiscal del Gobierno de España, impulsando el gasto público como motor de la economía, rescatando a las pymes y a los autónomos, y protegiendo las rentas de las clases medias y trabajadoras.

También a la decisión de blindar el estado autonómico frente a la crisis, dotando a las comunidades de más financiación para mantener los servicios públicos esenciales y flexibilizando las reglas fiscales. Sólo así se explica que en la mayor recesión desde la guerra civil las comunidades autónomas, entre ellas Andalucía, estén mejorando su saldo fiscal.

Este 28-F recordemos, una vez más, de dónde venimos y, sobre todo, hacia dónde queremos ir. Frente a los que prefieren que Andalucía quede relegada a un eterno segundo plano, los andaluces sabemos cómo responder: con más orgullo de ser andaluz y con más pasión por hacer las cosas mejor.

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