La vuelta del casco griego a Huelva

El Malacate

El estudio de Tarteso marca una reivindicación arqueológica onubense que debe completarse con la recuperación de fondos enviados a Madrid y la exploración de yacimientos subacuáticos

El Malacate: ¿Y un Museo de Tartessos en Huelva?

Casco corintio encontrado en la ría de Huelva en 1930 durante el dragado del fondo fluvial.
Casco corintio encontrado en la ría de Huelva en 1930 durante el dragado del fondo fluvial. / Real Academia de Historia.

Huelva, 04 de mayo 2025 - 02:15

EN este 2025 se cumplen 95 años del hallazgo de un antiguo casco griego en la ría de Huelva. Fue casual, durante unos trabajos de dragado junto al Muelle de Tharsis. La pieza, de origen corintio, fue la primera de su tipo que se encontraba en España. Hablamos, aproximadamente, del año 560aC en su datación. Y pese a estar rota y abollada en su parte posterior, se encuentra en un gran estado de conservación y se considera de importancia clave, entre otras razones, para confirmar la fluida relación comercial existente entre griegos y tartesios, aportando una prueba más de que Tarteso está muy directamente vinculada a Huelva.

Una reconocida investigadora onubense, Clara Toscano, lo dice muy claro hoy en una entrevista a Huelva Información: Huelva es una de las “ciudades capitales, entendiéndolas como ciudades protagonistas, principales”, de Tarteso porque es “la salida de todo el comercio y de todo el flujo de metales” desde las minas del interior.

Habla Toscano, además, en ese sentido, de considerar toda la urbe onubense como un gran yacimiento de 35 hectáreas, “una ciudad importantísima” de Tarteso, también desde el punto de vista arqueológico, en la que tanto queda por excavar e interpretar.

Ella misma es comisaria, junto a otros dos compañeros, de la fabulosa exposición La Joya, vida y eternidad en Tarteso, que apunta también a esa misma dirección, con la necrópolis del cabezo onubense como hilo conductor, con una nobleza propia de una gran ciudad tartésica con lazos comerciales exteriores. Como esa otra enorme morada de Tarteso que fue Tejada la Vieja, en el Condado de Huelva, que Clara Toscano investiga y excava con toda la singularidad de su conservación y del enclave como salida para la minería hacia el Guadalquivir.

Hay que sumar, además, los restos encontrados en las obras del antiguo edificio de Hacienda, investigados también por el Grupo Vrbanitas al que pertenece Toscano en la UHU: parte de la infraestructura portuaria tartésica en la Huelva actual. Un elemento más, entre otras conexiones y argumentos que refuerzan esa sólida identificación, dentro del eje Huelva-Sevilla-Cádiz, de Tarteso con la ciudad onubense, como ya adelantaban las investigaciones de Schulten y Garrido Roiz. Ese gran pulso social y económico de la época en el suroeste peninsular, más que ligado al Guadalquivir, muy probablemente lo estaba al Tinto y al Odiel, vertebradores de un territorio de grandes riquezas mineras, río arriba. Un destino y un origen, al otro lado de las columnas de Hércules, al alcance en la navegación de ese Mediterráneo que concentró el poder y el desarrollo de los pueblos más importantes del momento.

Casco corintio encontrado en la ría de Huelva en 1930 durante el dragado del fondo fluvial.
Casco corintio encontrado en la ría de Huelva en 1930 durante el dragado del fondo fluvial. / Real Academia de Historia.

De ese trasiego marítimo y fluvial hay pruebas muy sólidas en Huelva, como restos cerámicos de datación y cantidades únicos. O ese casco corintio encontrado bajo el agua, entre el lodo de la ría. Y mucho más hay en el mismo entorno y en la misma costa, esperando a ser explorados y rescatados bajo el agua, pero intencionadamente y no de manera fortuita, como ocurrió en 1930. O en 1923, con otro importantísimo hallazgo, centenario ya, los llamados Bronces de la ría de Huelva, junto al Muelle de Tharsis: un conjunto de espadas amontonadas entre sedimentos, muy probablemente, parte de un rito ancestral por el que se arrojaban armas a un lecho fluvial.

De esa práctica, más o menos razonada, hay vestigios anteriores en ese gran área portuaria onubense; son prehistóricos, del Bronce Final, restos de cascos y armas, semilla de todo lo que vino después: el Tarteso que perdura con un halo mágico y mitológico desde el rey Gerión hasta el próspero y poderoso Argantonio, en ese Tarsis bíblico que el ingeniero Ernesto Deligny reivindicó en el XIX al reivindicar las minas de Alosno como Tharsis a los pies del Cabezo Juré.

Todas esas piezas fueron rescatadas del olvido milenario y arrebatadas a Huelva hace más de un siglo, custodiadas en Madrid. Son muchas, decenas, cientos, en el Museo Arqueológico Nacional y la Real Academia de la Historia, con ese casco griego como gran emblema de los tesoros que no disfrutamos en nuestra ciudad.

Quizá ha llegado el momento de volver a reclamar ese patrimonio exiliado de Huelva y cerrar su regreso definitivo, como parte fundamental que es para conocer y entender nuestra identidad a través de la historia y, muy especialmente, de la arqueología.

Asiste a este propósito la Ley de Patrimonio Histórico de Andalucía, a la que tan poco se ha recurrido en este sentido y que ahora debe ser un motor que impulse a la Administración a dar ese paso. Así hará buena la nueva apuesta mostrada en los últimos tiempos por la arqueología en Huelva, con las dos últimas grandes exposiciones en el Museo como estandarte.

Necesaria ampliación y modernización del Museo

El acondicionamiento del Banco de España como Museo de Bellas Artes y fondos de José Caballero es sólo una parte de la inversión cultural y museística que necesita Huelva. Queda la principal, y más necesaria, la arqueológica, para la que parece que está reservado el actual museo de la Alameda Sundheim. Y aún así no será suficiente porque requiere de una intervención de gran calado para su ampliación y dotación acorde con el valor de los restos que deberá acoger. Eso se debe definir ya, sin esperas, para que los tiempos de desarrollo y tramitación no lo posterguen más que la llegada del AVE.

En paralelo, el Ayuntamiento de Huelva parece estar dando ya los pasos para liderar un proyecto de recuperación en el Cabezo de la Joya, esperemos que con el gran centro de interpretación arqueológica que requiere un yacimiento tartésico de su importancia.

Y aún así, faltará más. Proteger mejor el subsuelo onubense y excavar y profundizar en Tejada la Vieja, por la gloria pasada de Tarteso. Abordar la recuperación definitiva de Saltés, con su rico yacimiento andalusí, y más vestigios del pasado anterior. Y muy necesario y urgente, además, los extraordinarios tesoros del fondo subacuático de Huelva.

Son tesoros arqueológicos, no pecuniarios, olvidados durante siglos y, alarmantemente, en la actualidad, con riesgo de expolio, como ya se ha visto en más de una ocasión. Ese esplendor pasado en esta confluencia de minas, ríos y costa, maná de civilizaciones desde la prehistoria, tiene testimonios muy importantes bajo el agua, que deben ser rescatados y estudiados para conocernos así un poco mejor y entender nuestro presente y futuro.

Desde Vrbanitas se está trabajando ya en la gran carta arqueológica subacuática que (sorprendentemente) no tiene Huelva, y que puede alcanzar hasta la primera mitad del siglo XX. Eso también será saldar un deuda histórica y apostar por Huelva, a la que tanto le falta. Y no hay que esperar más. Vamos con milenios de retraso.

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