Ansia viva

Óscar Lezameta

Una vuelta con Pedro Navaja

La ciudad ofrece un perfecto escenario para imaginar cualquier situación; seguro que la realidad lo supera

20 de abril 2020 - 01:32

Necesitaba un chute pero ya. Apenas guardaba los efectos del anterior y de eso hacía ya un tiempo que no quería ni recordar. Encima llovía, así que la cosa se complicaba. Mientras apuraba el café, alguna emisora consideró que para levantar el ánimo, lo mejor era escuchar a Rubén Blades. Siempre le había gustado esa canción y desde hacía poco no se la podía quitar de la cabeza. La ducha le sirvió de nada y el tiempo que permaneció debajo del chorro, fue más largo del que imaginaba. El chubasquero le iba a dar más calor del que pensaba, porque el día rompió con un sol de esos que pican. Las "zapatillas por si hay problemas, salir volao" eran las que menos resbalaban en una ciudad donde a alguien se le ocurrió que el pavimento liso era una buena idea. Temía que debería correr en cuanto le descubrieran.

Dos semáforos y estaría a salvo. El susto se lo llevó antes cuando "un carro pasa muy despacito por la avenida, no tiene marcas pero todos saben que es policía". Y dale con la tonadilla. Además, que marcas sí tenía. "Pero qué coño hacen en una calle peatonal, aunque quién les va a poner una multa a estos", pensó mientras se colocaba en la cola del banco. Que esa es otra, "a quién se le ocurre poner el puesto frente a una sucursal llena de cámaras de vigilancia". Suerte que no era el día de los encorbatados y ocupó un sitio detrás de una que tenía peor pinta que él, que ni echa a posta, vamos.

Lo conocían, eso era una ventaja, y apenas tuvo que poner cuatro dedos para arriba para que le dieran su dosis. Enfiló el camino de vuelta por un callejón en el que ni siquiera ellos podrían encontrarle. "Mira pa' un lado mira pal' otro y no ve a nadie. Y a la carrera, pero sin ruido cruza la calle". Que no hay manera, oiga. Le estaban esperando. Recordó algo que le dijo un colega de profesión: "si quieres que no te pare la pasma, ni les mires, haz como si no existiera". Más fácil decirlo que hacerlo. Más todavía cuando encendió las luces y dio la vuelta en una rotonda cercana. "Las manos siempre en los bolsillos de su gabán". Le traicionó la misma curiosidad que mató al gato y no pudo evitar mirar que tenían entretenido al que le precedía en la cola del banco. "Mala suerte chavala", "hoy no es tu día, estás salá". Llegó sin respirar hasta el portal y se metió en casa. Sin más testigos de lo que había conseguido. Cerró la puerta y encendió un cigarrillo. "Esto de fumar en pleno confinamiento, se pone cada vez peor". Además, le entró humo en un ojo y es que "si naciste pa martillo del cielo te caen los clavos". Jodío Rubén.

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