Ya no vale 'pavia'

Era una frase increíble, extraordinaria. Mágica. Pero la hemos perdido por tanto buenismo tonto e impuesto

23 de marzo 2022 - 01:36

Decíamos "¡no vale pavia!" alargando la a, bien fuerte para que se enteraran todos, con un gesto duro, el ceño fruncido y los labios ligeramente torcidos. Para enfatizar, hacíamos un movimiento seco de la mano que sujetaba el paquete y la llevábamos al lado contrario, cruzando el brazo sobre el pecho, alejándolo de los embaucadores y aprovechados amigos que venían dispuestos a acabar con nuestro sustento para el recreo o la tarde de plazoleta. Todos lo respetábamos. Emitida la frase, una coraza invisible anulaba cualquier opción de acceso a nuestras chuches. Era una frase increíble, extraordinaria. Mágica. Pero la hemos perdido por tanto buenismo tonto e impuesto. De tanto insistir en que, queridos niños, lo que hay que hacer es compartir y ser empáticos y solidarios porque si no vais a arder en el infierno de los egoístas, hemos arrebatado a nuestros hijos la posibilidad de negarse a la pavia. Y eso, que parece una tontería, dice mucho del antro en el que estamos convirtiendo el mundo.

El derecho ancestral a no dar pavia nos permitía ser generosos realmente cuando nos diera la gana. Si no queríamos, por la razón que fuera, soltábamos la frase y se acabó. Nadie te juzgaba por eso. Como mucho, alguna queja lejana, un buah de esos de cuando sabes que algo ya es imposible, inabarcable. Pero eso era antes. Hoy los niños tienen que ser generosos por narices, y si alguno se atreve a decir que no quiere repartir sus gusanitos es inmediatamente condenado por los demás. Acusado de mal amigo. De mal niño. De ser una mala persona.

Y ahora no me miren hacia otro lado haciéndose los indignados, porque hemos sido nosotros los que les hemos adiestrado con nuestra solidaridad obligatoria y fingida. La misma que hace dos semanas por poco pone el mundo patas arriba para ayudar al pueblo ucraniano. La misma que se solidarizó con los afectados del volcán de La Palma y con los que huyeron de los talibanes de Afganistán. La solidaridad de pacotilla que tanto nos define últimamente. De quita y pon y vídeos en Tiktok. Tan falsa como quienes la practican. De niños, el que nunca daba pavia terminaba siendo un rata, pero había otros… puf… había tipos que para tener la conciencia tranquila te ofrecían el paquete y, cuando ya habían cogido uno o dos amigos, cerraban la veda con un "YA no vale pavia" que a los demás nos dejaba helados. Quietos y mirando, con la miel en los labios, como seguro que se están quedando ya tantos ucranianos y como se sintieron hace unos meses los palmeros y los afganos que también hemos olvidado. Aquellos niños nos dejaban con las ganas y despotricando, con razón, porque siempre ha sido mejor ser un rata que un bienqueda.

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