El vago andaluz y otros cuentos

18 de septiembre 2025 - 03:06

Lo de que los andaluces somos unos vagos y unos incultos lo hemos escuchado más de una y más de dos veces, de boca de nuestros vecinos españoles, y no tan vecinos. Es el San Benito que nos han colgado, como si fuera una medalla al mérito por disfrutar de las siestas y de las tardes al fresco.

No es culpa nuestra que el buen tiempo nos invite a pasear y que las plazas sean nuestras terrazas. Pero eso no significa que no cumplamos con nuestras obligaciones, que no trabajemos para pagar las facturas o que no tengamos sueños ni ambiciones.

Aquí hay tomate, en forma de ignorancia y prejuicio, con un acento que muchos asocian con la incultura y con el estigma del bombo y la pandereta, una imagen que nos persigue desde tiempos muy lejanos. Y todo esto se puede desmontar a nivel económico, social y político. Porque frente al mito, están los datos: en el cuarto trimestre de 2024, Andalucía registró la tasa de absentismo laboral más baja de España, con un 4,9 %, frente a una media nacional de 7,4 %. Es decir, que los andaluces somos, precisamente, de los que menos faltamos al trabajo. Y en cuanto a bajas médicas, tampoco lideramos los rankings: nuestras cifras están entre las más bajas o medias, según los sectores.

¿Tenemos una tasa de paro alta? Sí, un 15,8?%. El estereotipo del “andaluz que no quiere trabajar” choca con una realidad estructural e histórica, poco vinculada a la voluntad individual.

El economista cordobés Manuel Delgado lo explica bien: Andalucía ha sido colocada en una posición de dependencia económica. Exportamos materias primas, soportamos un turismo muchas veces controlado desde fuera, y nuestras riquezas naturales acaban generando beneficios que no se quedan aquí. Delgado insiste en que no es cuestión de trabajar más o menos, sino de cómo se organiza el modelo económico, que históricamente ha beneficiado a otros y ha dejado a Andalucía en desventaja. Quizá sea más fácil bromear con el acento o la siesta que enfrentarse a las raíces de un problema político y económico que lleva siglos gestándose.

Andalucía está llena de iniciativas de economía social, de cooperativas, de gente que inventa maneras de salir adelante con creatividad y con solidaridad. Todo eso, que debería ser un valor, queda eclipsado por la postal de feria y mantilla que nos han querido imponer como retrato único de Andalucía.

Como decía Raphael, “Más dicha que dolor, hay en el mundo. Más flores en la tierra, que rocas en el mar. Hay mucho más azul que nubes negras. Y es mucha más la luz, que la oscuridad. Digan lo que digan, digan lo que digan, los demás” ¡Feliz jueves!

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