Juanma G. Anes
Tú, yo, Caín y Abel
Los afanes
Hace unas semanas circulaba por las redes sociales una cita atribuida a El Quijote de Cervantes que resultó ser falsa. A más de un transmisor de la cadena le escribí para comentarle que Cervantes nunca escribió eso, que se trataba de una falsedad más atribuida a alguien, y que había sido divulgada por desconocimiento o por malicia. El engaño y el olvido son primos hermanos. Algo así como lo que se ha hecho con Palestina que, literalmente, la han borrado del mapa. Ya Palestina no existe. Puede buscarlo si lo desea, la han quitado de los mapas.
Es como desconocer, abandonar a manos del olvido, pero los olvidos son tan peligrosos, o más, que el desconocimiento. A estas alturas pensamos que las casas reales europeas deben salirse de las constituciones de sus países, deben estar ajenos a ellas. Y deben hacerlo por voluntad propia. No pensando lo que ocurrió después de la Revolución Francesa, o de la Revolución de Octubre en Rusia, en absoluto. Simplemente hacerlo por el bien de su nación. Y todos saldrían ganando. Todos resultaríamos vencedores.
La sociedad actual tiene mucho de orwelliana. Existen grandes paralelismos entre esta sociedad y lo que se relata en 1984: manipulación de la información, represión social, vigilancia. Elementos que también figuran en la novela rusa Nosotros (1920) de Yevgueni Zamiatin. No debe resultarnos difícil asumir que nos hemos equivocado, no debemos manifestar tristeza ni vergüenza por ello, todo lo contrario. La cabeza muy alta e indicar con voz sobria: "Nos hemos equivocado". Y comenzar a buscar soluciones reales, eficaces, de peso. Nos hemos equivocado, sí. Y el primer gran error se llama Organización Mundial de la Salud (OMS). El miedo no puede comprarnos, ni debe corroernos, y mucho menos, el miedo no puede engañarnos. Hemos elegido a políticos en vez de a científicos, y nos hemos equivocado. Los cerdos siempre matan a los inocentes en las granjas, en las jaulas, en el engaño, en el desconocimiento y en el olvido. A España no se le debe llamar Reino de España, ni República de España, ni siquiera República Federal de España. A España se le puede y se le debe llamar España. Sin más.
Cervantes nunca escribió la cita que WhatsApp divulgó entre miles y miles de usuarios. Cervantes nunca escribió "amado" o "querido", mientras se dirigía a Sancho. En cambio, Cervantes si escribió en El Quijote: "Los montes crían letrados y las cabañas de los pastores encierran filósofos" y también "debajo de mi manto, al rey mato". Pero no piensen mal, esto último tiene un significado muy concreto.
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