Los tontos del AVE

Se aparecen, como ánimas revoltosas, debajo de cualquier noticia relacionada con la alta velocidad para recordarnos que en Huelva hay infraestructuras "más urgentes"

Tren AVE
Tren AVE

11 de septiembre 2024 - 03:05

Decía mi padre que el mundo está lleno de tontos. No lo hacía con maldad, ni con desprecio, sino con esa resignación descreída que solo dan las certezas, como la de saber que ellos, los tontos, son la causa de muchos de nuestros males. Los ha habido siempre, en todas las épocas y de todos los tipos. Están los tontos del haba, los tontos del ciruelo, los tontos del bote, el tonto de capirote, el tonto cebolla, el tonto del pueblo, el tonto de remate, por supuesto los tontos del culo, y últimamente, por lo visto, hemos venido a molestar los tontos del AVE. Lo leí hace unas semanas, en alguna red social: “ya están otra vez los tontos del AVE”, decía un tipo, refiriéndose de esa forma tan poco educada a los pobres ciudadanos que defendemos, de la mejor manera que podemos, el tonto deseo de que Huelva cuente con una conexión de alta velocidad con Sevilla. Ahí donde los ven, los listos del AVE -los llamaremos así, ya que los tontos somos nosotros- creen que aquí no necesitamos ese tipo de infraestructura. Arguyen (para eso son los listos) que en Huelva lo que deberíamos hacer es pelear por unas buenas conexiones en trenes de cercanías (como si una cosa excluyera a la otra), o que con un AVE dejaríamos aislados a los pueblos (como si no fueran posibles los trenes con paradas), que es muy caro (como si tuviéramos que pagarlo con una derrama, como la pintura del bloque) o, el mejor de todos, que la alta velocidad es socialmente inaceptable (además de listos, son tremendamente solidarios) porque es un tren para los ricos (sic).

Escuchar o leer a los listos del AVE no deja de tener su gracia porque, aun siendo tan listos, todos repiten como papagayos los mismos argumentos. Lo hacen una y otra vez, siempre lo mismo, cada vez que se habla del tema, así que oído a uno, oído a todos. Son fácilmente detectables, claro. Se aparecen, como ánimas revoltosas, debajo de cualquier noticia relacionada con la alta velocidad para recordarnos que en Huelva hay infraestructuras más urgentes, que mejor nos gastemos el dinero en carreteras comarcales, que nadie va en tren a Sevilla y ese tipo de cosas que al parecer son muy convincentes pero que yo, será que soy muy tonto, no termino de entender. Qué quieren que les diga, pero yo solo sé que la sangre me hierve cuando veo cómo se pone los domingos la acera del Mercadona de la Avenida de Andalucía. Cómo se llena de chavales, trolleys, tuppers, abrazos, besos, despedidas y coches compartidos en doble fila porque a sus padres el sueldo ya no les da para más. Y pienso en mis hijos, y en los hijos de mis amigos, y me pregunto si tendrán la suerte que tuve yo para que, si lo necesitan, puedan irse a estudiar a Sevilla. Si podremos permitirnos pagarles el alquiler o habrá que condenarles a una vida muy diferente de la que sueñan solo porque unos señores, listísimos sin duda todos ellos, creen que el hecho de estar a media hora en tren de la capital andaluza no es “prioritario”, que no es un dinero bien gastado. Que hay cosas más importante que el futuro de nuestros hijos. El futuro de Huelva.

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