Confabulario
Manuel Gregorio González
Narcisismo y política
Quién le iba a decir al célebre escritor, autor y dramaturgo vallisoletano, académico, activo Socio de Honor de la Real Sociedad Colombina Onubense, el ilustre y afamado don José Zorrilla, que al cabo de casi dos siglos su personaje más conocido, Don Juan Tenorio, seguiría siendo tema de comentarios populares?
Cada año, y ya casi podríamos considerarlo un milagro, cuando llegan las fechas que dan inicio al mes de Noviembre, somos muchos los que nos acordamos de ver a don Juan en las tablas de la mayoría de los teatros españoles. Hoy pasa casi olvidado. La figura de “Don Juan” ha quedado como reflejo y símbolo de un carácter muy definido en la grey masculina de la raza hispana y por ellos hubo un tiempo, a mediados del pasado siglo, en que fueron los “Procesos públicos” en tertulias, círculos literarios y a veces escénicos, en los que su conducta y sentimientos amorosos fueron discutidos y juzgados.
A raíz de un Juicio, con audiencia pública, en Madrid, se me ocurrió hacer otro en Cádiz, organizado por la Facultad de Medicina en el Colegio Mayor “Beato Diego”, que constituyó un éxito y que meses después repetimos en Huelva, en el Círculo Mercantil, llevado a cabo por la Asociacion de la Prensa.
La lista de “Procesos a don Juan” continuó ya en destacados lugares de la “piel de toro”, siempre apoyándose en las opiniones científicas que don Gregorio Marañón había realizado en su estudio médico del personaje.
Don Juan Tenorio: ¿fogoso, libertino, patológico, violador...? o simplemente un listo y aprovechado sinvergüenza, depravador de lindas damas.
Aquellos “juicios” fueron sonados, y más aún sus sentencias, donde la mayoría de las mujeres asistentes le declararon con sus votos: ¡Inocente!
En nuestros días la figura del don Juan está infravalorada, oculta de aquel romanticismo lleno de coraje y bellas palabras. Si hoy el auténtico don Juan visitase una discoteca de las de ahora, para ligar, haría el ridículo… ¡Cómo cambian los tiempos...!
Cuando pasa el Día de los Difuntos y nadie se acuerda de aquel duelo, en el cementerio sevillano, donde Tenorio ve pasar su propio entierro, me gusta recordar anualmente la célebre obra de Zorrilla y acudo, con mi pensamiento, a la eterna “Hostería del Laurel” en la que la juventud nos citó tantas veces.
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