En España hay 9,76 millones de pensionistas. Y también hay 3,23 millones de parados. Y más de 2,5 millones de funcionarios. Estos datos deben ser soportados por la cifra de 19,8 millones de trabajadores en activo. Además, tenemos aproximadamente 160.000 políticos (unos 69.000 concejales, 65.000 en las autonomías, y unos 26.000 a nivel estatal). A estos políticos, que cobran un sueldo público, hay que sumar los miles y miles de enchufados directos de los señores políticos. O mejor, hay que denominarlos víctimas directas del clientelismo político. El reciente caso de Huévar del Aljarafe (Sevilla) de hace unos días es, tan solo, uno más. Y hay cientos, mejor, miles. Así nos va.

Escribía Kafka: "Uno nunca sabe, desde luego, si la desesperación que siente es la desesperación justificada o la injustificada". Y es que, muchas veces, intentamos justificar lo injustificable. Ahora que estamos muy cerca de las elecciones tan solo se busca la justificación. Y no es que todo, en boca de nuestros políticos, tenga una justificación, es que ninguno se atreve a decir que algo es injustificable. Es como si viviéramos en otro mundo que no es este. En una sociedad de la mentira, de la falsedad.

Lo de Franco a mí me causa sonrojo. Justo ahora. Es este momento. A unos días de las elecciones. Espero ver la foto de Pedro Sánchez con la pierna sobre la lápida, la pica en la mano y el Falcon en la puerta del Valle de los Caídos. Como aquella foto del rey emérito con la pierna sobre un elefante y la escopeta en la mano. ¿O tal vez Sánchez ha puesto la pierna en la puerta del Tribunal Supremo y ha entregado la sentencia del Proces a Marchena? Porque lo de la sentencia a unos días de las elecciones también tiene delito. ¿Les suena a algo? ¿A otro tipo de clientelismo tal vez?

La Moncloa debe permanecer vacía. Vacía completamente. Sin políticos. Sin ladrones. Sin casta. Algo así como la soledad de la gente normal. Esas personas que pasean y trabajan, que no hacen ruido, que no enchufan ni prometen. Escribía Kafka en 1914: "Los padres que aguardan gratitud de sus hijos (los hay incluso que la exigen) son como usureros, arriesgan de buena gana el capital con tal de cobrar los intereses". ¿Les suena a algo?

La soledad de la gente normal. La de verdad. Usted, por ejemplo. Y usted también. Y, claro, como no, usted también. Pero sin políticos. Porque nuestra política se ha convertido en un manual de Allan Kardec sobre el espiritismo. Pero aquí un manual malo.

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