La esquina

José / Aguilar

Y ella sola se quitó...

17 de octubre 2015 - 01:00

HA soportado presiones y maledicencias, campañas y desplantes, pero la juez Mercedes Alaya ha terminado apartada de su instrucción más querida y mediática -el caso de los ERE- por su propia voluntad y por las consecuencias objetivas del ejercicio de la misma. Un ejercicio arrogante, todo hay que decirlo.

Sólo su voluntad, y su legítima ambición de avanzar en su carrera profesional, la llevaron a solicitar una plaza vacante en la Audiencia Provincial de Sevilla. Y su soberbia la condujo, una vez obtenida esa plaza, a exigir que su también concedida comisión de servicios en el sumario de los ERE implicara su control exclusivo sobre el mismo y sobre los otros casos conexos. Me voy, pero no me voy.

Como si nada hubiera pasado. Como si la autoridad judicial pertinente no hubiese designado ya para ocupar el juzgado de instrucción número seis a otras juez, María Núñez Bolaños, tras la marcha de Alaya. Como si a Bolaños se le pudiera privar del derecho a organizar el juzgado del que es nueva titular según su criterio. Mercedes Alaya no sólo pretendía discutirle sus poderes como juez natural, sino que lo intentaba con armas espurias: poniendo en duda su preparación, frente a su innegable trayectoria, y cuestionando su independencia debido a su "estrecha amistad" con el consejero de Justicia de la Junta de Andalucía, Emilio de Llera, notorio detractor de Alaya, el más desahogado de sus detractores dentro del poder político socialista. Este último tipo de insinuaciones debería prohibírselos Mercedes Alaya. Son del mismo género de las que ella padeció cuando desde el PSOE se difundió la especie de que su inquina contra la Junta responde al pago de una deuda del pasado con el ex alcalde sevillano del PP, Juan Ignacio Zoido.

Entendiendo que en estas condiciones no es posible la buscada colaboración entre Núñez Bolaños y Alaya, el Tribunal Superior de Justicia decidió al fin apartar a la segunda de los ERE, y el Poder Judicial lo ha ratificado. En ambos casos, por unanimidad, lo que desautoriza también la hipótesis de la conspiración anti-Alaya. Ella optó por la Audiencia, y en la Audiencia está.

Convengamos, en todo caso, en que el PSOE andaluz ha respirado tranquilo y que Chaves y Griñán estarán felices de no tener que sentarse delante de la incansable ex instructora. Y en que Mercedes Alaya ha hecho más que nadie por desvelar la suciedad cobijada en el sistema político andaluz.

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