Socialdemocracia vs barbarie

Planteaba, recientemente, el ministro Bolaños, la disyuntiva del encabezamiento como un reto próximo para los votantes.

Siendo, como es, un pensamiento legítimo, adolece de fiabilidad y desde luego, de certeza.

Es así porque se apropia para sí el concepto socialdemócrata con lo que señala al oponente como bárbaro y eso es mucho decir, además de no ser exacto argumentalmente el planteamiento porque, diga lo que diga el ministro, apropiarse del pensamiento socialdemócrata resulta exagerado ante la evidencia de los hechos y la realidad sociopolítica de nuestro país.

Y es que calificar a este gobierno al que pertenece como socialdemócrata debería ruborizarle porque, seguramente, en los fundamentos teóricos podrán asimilarse al pensamiento de Bernstein, pero en lo que es la gestión gubernamental nada más lejos de los verdaderos criterios socialdemócratas. Entre otras cosas que chocan frontalmente con esos supuestos valores, pues nos encontramos con una especie de coalición que por mucho que se reiteren los afanes por parecer progresistas, no son más que un compendio de intereses particulares que van desde el conservadurismo vasco y el independentismo catalán hasta el radicalismo extremo de determinada izquierda o la organización filoetarra, reconvertida en equilibradora de la coalición.

Difícil, pues, resulta entender, a pesar del retroceso ideológico, en general, de la socialdemocracia, que pueda ser una solución para los problemas existentes a día de hoy. Tal vez, con un liderazgo más imbuido de democracia y menos ambición de Poder, exclusivamente, podríamos contemplarlo como posibilidad. Sin embargo, tras siete años largos de Gobierno, estamos más cerca del “caudillaje”, “seguiré adelante con o sin el Legislativo”… usando y abusando del decreto como acción de Gobierno, sin PGE, rodeado por la inflación, la deuda, el exceso de gastos no compensados ni siquiera por la política impositiva, en el umbral de lo confiscatorio, el acceso a la vivienda, la inmigración… el aumento del nivel de pobreza infantil, sin desdeñar la pobreza energética… índices de popularidad bajo mínimos que les impiden arriesgarse a convocar elecciones, ¿de ahí, la apelación a la barbarie?, ¿será entonces, que el “muro” es vulnerable?, ¿a pesar de la colonización institucional y mediática?. No, es miedo a perder el Poder y no he nombrado las desviaciones demoscópicas del CIS, porque si se las creyeran ya habría convocatoria.