Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Lo siento aita, volví a votar

Ayer olvidé mi abstencionismo militante y voté contra quienes quieren hacer de este país una dictadura como la que añoran

Mi aita me enseñó muchas cosas. De él aprendí la importancia de ser una buena persona; que te guste el trabajo que haces y dejarte hasta las pestañas haciéndolo bien y a ser honrado y honesto en la vida. Con todo, nadie podrá mirarte por encima del hombro. Ser feliz con cada pequeño gesto, con todo aquello que el día te depare y tener una sonrisa y alguien que te espere con ganas cuando vuelves a casa. También me dejó un rechazo visceral hacia los políticos. No puedo recordar un telediario sin escuchar una sarta de exabruptos que repartía sin distinción de colores políticos. Tenía para todos. A través de los años, desarrollé una admiración por la abstención como una forma de rechazo hacia un sistema que, en eso creo que hay pocas dudas, se ha demostrado absolutamente inútil a la hora de, simplemente, pensar en el bien común y no en el interés propio. Desde el timo que nos metieron con la OTAN, sólo rompí mi inmaculado comportamiento una vez y, tengo que reconocer, lo hice por intereses propios que al final no se cumplieron. Ayer fue la segunda.

He vuelto a votar. No sentí ese cosquilleo que dicen que se pasa cuando uno lo hace por primera vez, ni me pareció que viví una fiesta de la democracia como dicen los periodistas sin talento. Tampoco hice aquello de votar con la nariz tapada a pesar de que elegí a quien me pareció menos malo. Voté porque no me gusta lo que veo; voté en contra de la extrema derecha porque abomino de quien veta a compañeros míos que aman el trabajo que hacen, porque no piensan como ellos y temo que el siguiente pueda ser yo; voté en contra de los partidos que han permitido que semejante ralea regrese con su país viejo; voté en contra de quien me dice que o con él o contra él; voté para que la mitad de la población no tenga miedo cuando va sola por la calle; voté en contra de quien quiere levantar muros que no valen para nada; voté en contra de quien quiere echar al diferente y más si es pobre; voté en contra de quien quiere ilegalizar a quien no piense como él; voté contra quien se arroga el derecho a decir quién es constitucionalista a la vez que se defeca en ella; voté en contra de quien glorifica un régimen que sólo trajo miseria, miedo y cuatro décadas de atraso; voté contra quienes miran atrás y no entienden que no hay nada bueno allí. Voté porque no quiero que eso viva conmigo. Perdona aita. Espero que lo entiendas, pero tenía que hacerlo. Tú lo hubieras hecho igual.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios