Shakespeare escribió para vos

05 de agosto 2025 - 03:07

Los autores que nos comprenden, lo que es más importante que comprenderlos, escriben para mí, para ti, para individuos concretos. Recuerden las palabras de Borges: “Si Shakespeare les interesa, está bien. Si les resulta tedioso, déjenlo. Shakespeare no ha escrito aún para ustedes. Llegará un día que Shakespeare será digno de ustedes y ustedes serán dignos de Shakespeare”. Existe una versión apócrifa aún más hermosa. Cuando una joven le dijo a Borges que Shakespeare le aburría, le contestó: “Tal vez todavía no escribió para vos”.

Un escritor nos comprende como un amigo que nos conoce bien cuando describe una forma de vivir que sentimos nuestra, como una realidad o una aspiración. Me pasó, hace muchos años, con Blanco White cuando, expresando su nostalgia por Sevilla desde el exilio británico, escribió: “Todavía se fijan mis pensamientos en aquellas calles estrechas, sombrías y silenciosas, donde (…) los pasos retumbaban en los limpios portales de las casas, donde todo respiraba contentamiento y bienandanza, modesto bienestar ensanchado por la alegría y por la mesura de los deseos”.

Muchos años después leí estos versos hermanos del poeta cordobés Mario López que, a diferencia de Blanco, nació, vivió y murió en Bujalance: “Donde la vida es lenta y amable. Donde quedan / tantas pequeñas cosas amadas que, en silencio, / desde su humilde sitio han de llamarnos siempre”. Hay hermandades no solo entre ellos y yo, también entre ellos, más allá de circunstancias, siglos o distancias.

Conrad expresó, como nadie lo ha hecho, estas fraternidades en el prólogo de El negro Narcissus (Alianza): “El artista (…) se dirige al sentimiento del misterio que rodea nuestras vidas, a nuestro sentido de la piedad, de la belleza y del dolor, al sentimiento que nos vincula con toda la creación; y a la convicción sutil, pero invencible, de la solidaridad que une la soledad de innumerables corazones: a esa solidaridad en los sueños, en el placer, en la tristeza, en los anhelos, en las ilusiones, en la esperanza y el temor, que relaciona a cada hombre con su prójimo y mancomuna toda la humanidad, los muertos con los vivos, y los vivos con aquellos que aún han de nacer”.

Como a Blanco, lo he citado muchas veces. Lo sé. Pero quizás usted, concretamente usted, no lo había leído. Y se lo merece.

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