Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
Muy sentida ha sido esta semana la muerte del Papa en todo el mundo y también lo ha sido en Huelva y, muy especialmente, en El Rocío. Francisco no ha podido visitar la aldea almonteña después de que se le invitara por parte de la Hermandad Matriz, pero en ésta, y entre el resto de hermandades filiales que peregrinaron los últimos meses al Vaticano, queda la satisfacción de que Bergoglio terminó siendo un Papa rociero, aunque no llegara a asomarse por el balcón del santuario que abrió Juan Pablo II. La Virgen ahora estará por siempre con Francisco.
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