
Gafas de cerca
Tacho Rufino
Planazo en Castel Gandolfo
La otra orilla
La Declaración de los Derechos Humanos cumplió ayer 74 años y esta septuagenaria no encuentra, en Huelva, jóvenes que la defiendan, según me decía la delegada de la asociación que más se ha caracterizado por la defensa de esta declaración y la denuncia de su incumplimiento, la APDH-A. Bueno, no me lo decía así, me decía que esta asociación corre grave peligro de desaparición si no encuentra un relevo a quienes durante años han sostenido su actividad.
No es algo exclusivo del movimiento de defensa de los Derechos Humanos, ocurre también en una organización solidaria como Intermón, que se ve obligada a cerrar su tienda de Comercio Justo en la capital por falta de voluntarios, tampoco tiene relevo generacional Ecologistas en Acción y muchas asociaciones de vecinos y organizaciones de otro tipo tienen el mismo problema.
No tengo una idea clara de cuál es el problema, pero tengo algunas intuiciones que me gustaría compartir: la primera tiene que ver con la necesidad: aquellos Manolo Ceballos, Juana Orta, Pepi Díaz, Portela, Pepe Vega, Manoli Boza, Manolo Salazar… que montaron la APDH-A en Huelva, vivieron y lucharon contra la dictadura y conocieron de primera mano la represión y las consecuencias del fascismo. Tuvieron también muy cerca el proceso que determinó que el mejor antídoto para evitar que se repitieran barbaridades como el genocidio fascista era la carta de Derechos Humanos y no dudaron en ponerse manos a la obra.
La segunda tiene que ver con los tiempos que vivimos: redes sociales, información, desinformación, globalización… sitúan a las generaciones que lo viven en un contexto distinto, difícil, raro... y la militancia en organizaciones como la APDH-A, Ecologistas en Acción o la asociación de vecinos del barrio quedan muy lejos de las prioridades, no ya de los jóvenes, si no también de los adultos.
La tercera es la propia organización de estas entidades: ¿hemos sabido mirar a la gente joven más allá de estas situaciones de crisis? ¿Comprendemos sus inquietudes, su lenguaje…? ¿Hemos comprendido que adaptar nuestra forma de organización a los tiempos va más allá de abrir una cuenta en Instagram?
No tengo una idea clara de cuál es el problema pero sí una invitación: involucrense en la defensa de sus barrios, del Medio Ambiente o de los Derechos Humanos y, mientras no descubramos otros medios, la mejor manera de hacerlo es militar en organizaciones como la APDH-A.
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