Para no proclamarse vencedores

En la historia que vivimos desde marzo todos somos perdedores, y los datos, no presagian nada bueno

Escribía Plutarco sobre Sila: "Muchas de sus acciones parecían haber sido bien meditadas, en realidad las que habían salido mejor no habían sido las que había llevado a cabo según su plan, sino aquellas en las que se había atrevido a aprovechar la oportunidad". Sila fue un dictador romano, y tanto el propio Plutarco como Salustio nos han dejado algunos de sus actos.

En la actualidad las acciones se premeditan, todas o casi todas. Nada se deja al azar, aunque muchas veces nos dé la impresión de que ese azar es también premeditado. Una de las grandes batallas y victorias de Sila fue la de Porta Collina (1 de noviembre del año 82 a.C.). A las puertas de Roma el psicópata Sila aseguró su dictadura. En las guerras siempre hay vencedores y vencidos. En los acontecimientos siempre sale ganando alguien, otros en cambio pierden y, en la mayoría de los casos, mucho. Todos perdemos. En esta historia que vivimos desde marzo todos somos perdedores, y los datos, las terribles estadísticas que escuchamos todos los días, no presagian nada bueno.

España ha perdido, por más que alguien reciba aplausos de héroe nacional a las puertas del Consejo de Ministros, España ha perdido. Y hay que ser muy inconsciente o imbécil para creerse vencedor por el seco sonido de las palmas entrando en los oídos del líder. Algo tan sustancial como el turismo ha entrado en agonía, y lo ha hecho con ruido, con el ruido propio de unos estertores. Pero nadie ha sido capaz de buscar soluciones, de implementar mecanismos de, al menos, supervivencia. Junto al turismo la cultura y a este paso, después, la educación. Y España sin turismo, sin cultura y sin educación, dejará de ser España. Y alguien se ha proclamado vencedor sin que exista una competición. Ahora competimos por la supervivencia.

Escribía Cicerón en sus Cartas familiares: "Después de haber impuesto las coronas sobre los otros vencedores y haber pronunciado en voz alta sus nombres, cuando ya ellos mismos van a recibir una corona antes de la clausura de los juegos, hacen venir a otro heraldo para no proclamarse vencedores con su propia voz". Un poco de esto nos pasa. Se hacen venir a heraldos en las redes sociales para aplaudir y magnificar las pésimas labores, las desgracias, los fracasos. Lo que no se debe olvidar es que este desastre que tenemos encima no nos ha llegado de la naturaleza, y que las malas gestiones son malas siempre. Nadie debe proclamarse vencedor, hemos perdido todos.

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