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Aestas alturas pocas son las personas que no han publicado en las redes fotos para demostrar la cantidad de fiestas a las que acuden, viajes que hacen o amigos de los que presumen. Hay quienes incluso engañan una mijilla: decoran la realidad para amplificar lo bueno y usan filtros que camuflan o embellecen lo que no les gusta. Al final, esas publicaciones se convierten en la justificación de lo que hacemos, incluso de lo que somos.
Pero en política una línea muy fina separa la rendición de cuentas ante los ciudadanos del postureo populista que enmascara la verdad. Dice la RAE que postureo es la “actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción”. Y así, con el tiempo y la experiencia una va aprendiendo que cuanto más bombo se da un equipo de gobierno, más cosas y más feas está tapando. y más esfuerzo está poniendo en que miremos hacia otro lado.
Yo, que soy hija de la transición, constato cómo la forma de hacer política que vi de pequeña, en aquellas teles que recién estrenaban el color, se ha ido devaluando escandalosamente. Y desde ahí entiendo el desinterés de la mayoría de la población hacia las instituciones, particularmente de los jóvenes: a ellos les hastía la pantomima que estamos obligados a tragarnos quienes aún hacemos el esfuerzo de atender y debatir sobre lo que nos concierne a todos.
La política, esa que debe estar para tomar decisiones en pro de la ciudadanía, se rindió hace mucho a la fascinación del postureo barriobajero. Hizo suyos eslóganes como “una imagen vale por mil palabras”, “divide y vencerás” y, sobre todo, “crea un bulo y deja que él haga todo el trabajo”, de ahí que lo de barriobajero venga al pelo. Ahora se invierte más energía en parecer que en ser o en hacer, y lo peor es que encima esa energía se da por bien empleada: solo interesa el rédito del poder, da igual lo que cueste y quien lo pague. No veo yo en los políticos de ahora interés alguno en convencernos de sus propuestas, más bien prefieren servirse de los miedos y de la ignorancia para ganar adeptos con opción al voto.
Así que nos aconsejo, también a mí misma, que gobierne quien gobierne estemos siempre en guardia, y que mientras más postureo notemos en nuestros políticos (eso es fácil, sobre todo a nivel local) nos preguntemos por las decisiones que están tomando. Seguramente comprobaremos que las fotitos y las publicaciones están sirviendo de hermosa tapadera.
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