
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Toda la vida por delante
La esquina
Decíamos ayer: no cabe nada más digno que asumir responsabilidades y retirarse de la escena si tus dos colaboradores más estrechos, veteranos, fieles y laboriosos te salen sinvergüenzas en grado notorio: indicios de cohecho y pertenencia a organización criminal, dicen en el Tribunal Supremo. Secretarios de Organización... ¿Criminal?
Hubo un secretario general del PSOE y presidente del Gobierno que perdió las elecciones tras un periodo ahíto de escándalos políticos de envergadura (GAL, Filesa, Roldán...) que le granjearon la enemistad de los ciudadanos. Dio un paso atrás. Ahora mismo hay un secretario general y presidente cercado por los escándalos que se disculpa pero sigue aferrado al poder.
¿Qué va a pasar aquí? Descartemos la opción lógica y coherente, la felipista: dimisión de un presidente que solamente reunió mayoría parlamentaria segura el día de su investidura, líder de un partido que perdió las elecciones generales, que gobierna sin presupuestos, permanente víctima de chantajes a derecha e izquierda, y cercado por actividades corruptas.
La segunda opción para salir del atolladero de parálisis, degeneración y crispación que atenaza la vida política sería la presentación de una moción de censura a cargo del principal partido de la oposición. Tampoco es fácil. Aparte de que Feijóo es timorato y calculador, hay una razón más sencilla: las cuentas no salen. PP y Vox no suman mayoría y los aliados más conservadores de Sánchez no cambiarían de bando para sacar adelante un gobierno en el que estuviera Abascal. Con el PSOE pueden estar incómodos, pero no se ven votando a una derecha con ultras.
Hay una tercera salida hipotética. Se trataría de la presentación de una cuestión de confianza por parte del presidente para constatar si se mantiene en el Congreso la mayoría que hizo posible su investidura o si, por el contrario, se ha quebrado a causa del desgaste y la corrupción. También es difícil. Pedro Sánchez la teme igualmente porque si le sale mal estará obligado a convocar elecciones anticipadas (para perderlas, como él sabe) y la izquierda radical y el independentismo han preferido hasta ahora sostener a un Ejecutivo precario de cuya debilidad obtienen beneficios y prebendas que embarcarse en una aventura electoral que tampoco esperan muy boyante para ellos. En fin, es probable que, pese a todo, no pase nada.
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