Peace 2025

15 de octubre 2025 - 03:06

Estos días hemos visto a ciudadanos palestinos e israelíes con rostros alegres, recibiendo a rehenes de uno y otro bando. Se ha firmado la paz. Una paz extremadamente frágil, como no hacen más que repetirnos, una paz con mucha letra pequeña. Pero la recibimos esperanzados en que, por fin, cesen las terribles imágenes de demolición, cadáveres y hambre que nos han estado acompañando durante muchos meses. Queda Ucrania, claro. Y queda el Congo, y Yemen. Y algunas guerra más de esas que no se televisan tanto.

Estamos celebrando la paz. Pero con mucha precaución. Porque sabemos que el cese de los bombardeos no surge de una cultura de la paz. Que sus promotores no son, ni de lejos, hombres y mujeres de paz. Sino todo lo contrario. Y que los acuerdos son, sobre todo, acuerdos comerciales. Es hora de dejar de hacer negocio con la demolición para empezar a hacerlo con la reconstrucción. Eso es lo que leemos entre líneas. O peor: lo que dicen directamente los promotores de esta paz.

El odio sigue intacto. Las premisas que desataron el horror siguen intactas. La paz es algo más que la ausencia de violencia: es una decisión consciente sobre la necesidad de convivir sin agresiones, sin odio.

Quiero pensar que la mayoría de la población civil quiere vivir en paz; prefiere saludar a su vecino que liarse a tiros con él; prefiere convivir que retirar los escombros de su casa.

Así que no hemos llegado a ninguna parte. Si acaso estaríamos ante un arranque. Pero para eso deberíamos impulsar una cultura de la paz. Eso se hace en los centros educativos. Eso se hace en las administraciones. Eso se hace en las Asociaciones, también en la empresas. En la familia y con los amigos.

Pero sinceramente: no creo que estemos mirando en esa dirección. Parece que estamos más a gusto en el enfrentamiento, en la polarización, en el insulto, en la trinchera. El odio se lleva. El odio está de moda.

Si no dejamos de odiar la paz, esta y todas, se romperán a la primera de cambio. No hay paz sin una cultura de la paz que las sostenga. ¿Nos ponemos a ello?

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