NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Cada vez que oigo a alguien iniciar un razonamiento con frases del tipo “eso es propio de la Edad Media” o durante el siglo tal o cual pasaba esto o aquello, desconfío de la conclusión a la que pueda llegarse. Pretender que mil años de historia de la Humanidad puedan condensarse en unas líneas o que todo un siglo se desarrolle sin cambios resulta tan pretencioso que sobrepasa con mucho lo grotesco. Pero, acostumbrados como estamos a condensar cualquier periodo histórico en un libro, cuando no en una película o un documental y hasta en un artículo de prensa, tendemos a pensar que en otros momentos los acontecimientos se agolpaban y hoy, en cambio, parecen salpicarnos sin llegar a mojarnos ni desembocar en nada.
Los sucesos que nos cuenta un documental de los que tan habitualmente podemos disfrutar en las plataformas en un par de horas, se extendieron durante años y ya escribió Shakespeare que en un minuto hay muchos días. Por eso, ante la degradación democrática que estamos viviendo, con un gobierno sin mayoría social asediado por los casos de corrupción y presidido por quien desprecia continuamente a las Cortes Generales en un inédito ninguneo impropio de un sistema parlamentario, nuestro ánimo actual oscila entre dos extremos: o creemos formar parte de una larguísima agonía que no parece acabar nunca o bien se opta por defender que no pasa nada porque todo se va asumiendo como parte de un proceso natural.
Lamentablemente, ambas posturas son tan comprensibles como ciertas. No hay nada más doloroso para quien es consciente de ello que presenciar el final agónico de aquello que ama y hasta el ocaso devenido en decadencia se convierte en una rutina cuando se carece de intención de evitarlo. Como bien dijo C.S. Lewis, “hemos preparado a los hombres para pensar en el futuro como una tierra prometida que alcanzan los héroes y no como lo que cualquiera alcanza a un ritmo de sesenta minutos por hora, haga lo que haga”. El futuro no es nada más que un placebo o una utopía si no luchamos por construirlo. Sabemos que no podemos cambiar el pasado pero debemos ser conscientes de que nuestros actos y decisiones presentes son lo único que puede acabar con esta lentísima y morosa decadencia y cambiar ese futuro que hoy se nos anuncia tormentoso por uno acorde a nuestros ideales de Democracia y Libertad.
También te puede interesar
NOTAS AL MARGEN
David Fernández
Un milagro por Navidad: salvemos al país
Manual de disidencia
Ignacio Martínez
Un empacho de Juanma
Postdata
Rafael Padilla
Mi mochila
La esquina
José Aguilar
Los hombres del presidente