Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Ultramar
¡Oh, Fabio!
Aprovechando la tragedia de la DANA de Valencia, el entorno del ministro de Transportes, Óscar Puente, ha montado una campaña de blanqueo de su imagen, quizás la peor que ha tenido un político español en décadas. El pucelano aparece ahora como un tuitero responsable, capaz de suministrar información veraz y útil a una población necesitada. Bienvenido a la luz. Pero no se olvidará tan fácilmente que Puente ha sido un ministro sumamente cafre y faltón, enemigo declarado de la libertad de información y opinión, manipulador hasta la náusea, de gatillo fácil a la hora de bloquear a profesionales de prestigio contrastado por la simple razón de ejercer la crítica. Lo peor de esta campaña de blanqueo es que ha contado con una legión de aplaudidores dispuestos a comprar un discurso tan burdo como evidentemente tramposo. Que Dios les conserve la ceguera o la chequera.
Nos acordamos hoy de Puente el día en que gran parte de los adoradores de Puente se mesan los cabellos ante el triunfo en EEUU de Donald Trump. Es evidente que ambos juegan en divisiones muy distintas, que la capacidad de daño del norteamericano es mucho mayor que la del vallisoletano (eso siempre, claro está, que tu vida no dependa de la puntualidad de un tren). Pero ambos políticos exhiben una misma manera de actuar en la que la grosería, la falta de respeto al adversario, la manipulación de la información y la colonización de las instituciones públicas son señas de identidad. Como apuntaba ayer Eduardo Jordá en estas páginas, el populismo de derechas de Trump no se diferencia demasiado del populismo de izquierdas del que hace alarde continuamente el Gobierno de España, con Óscar Puente como uno de los principales manijeros del presidente Sánchez. Así que menos señalar los lamparones del vecino y más limpiar los propios.
Ayer me llamó un insigne profesor jubilado, hombre sabio y ponderado. Me animó a mirar las encuestas del CIS en las que los ciudadanos valoraban los principales problemas de España. “Si te fijas, verás cómo en los últimos 25 años los políticos están recurrentemente en los primeros puestos”. Nada nuevo, pues, pero es cierto que con Óscar Puente y otros como él se ha dado un salto cualitativo en la degradación del estilo político. El mismo que ha dado Trump en EEUU. Por mucho que algunos se vistan ahora de seda.
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