¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
No deja de sorprender a muchos analistas políticos que todas las encuestas de proyección de voto, sin excepción, sigan dando a Pedro Sánchez un suelo que estaría claramente por encima de los cien escaños. Un resultado potente si tenemos en cuenta el tremendo desgaste que sufre el presidente y su partido por los numerosos casos de presunta corrupción que investigan los juzgados y que afectan a personas de su entorno más íntimo, su mujer y su hermano, y a colaboradores muy cercanos en el Gobierno y en el partido, como José Luis Ábalos y Santos Cerdán. A ello habría que unir la imagen de sumisión ante las exigencias de los socios que posibilitaron su investidura, especialmente el fugado Carles Puigdemont, convertido en chantajista declarado, y el ruido político que provoca su inestabilidad parlamentaria, el caos de su coalición de gobierno o la incapacidad para en tres años haber presentado unos Presupuestos del Estado, entre otras circunstancias que se podrían traer a colación.
Creo que no es muy arriesgado apuntar que, al margen de la propia historia del PSOE y del anclaje de su marca, la clave de este aguante de Sánchez no hay que buscarlo ni en él ni en sus propias filas, sino en lo que tiene enfrente. El PP es incapaz de levantar entusiasmo, parece invalidado para presentar un proyecto ilusionante a los españoles y tiene un liderazgo, en la persona de Alberto Núñez Feijóo, que, aunque esté consolidado internamente, no se proyecta con fuerza al conjunto de la opinión pública del país. Ahí están las claves para explicar, por un lado, por qué no es capaz de darle un arañazo definitivo al electorado del PSOE y, por el otro, por qué Vox sí es capaz de llevarse decenas de miles de votantes que apoyaban a los populares.
El problema, para el PP, no es que el PSOE aguante, sino que ellos no terminen de consolidarse como una opción claramente mayoritaria. Ello le lleva a sentir el aliento de la extrema derecha en la nuca y, en consecuencia, a escorarse más allá de lo que una parte de su electorado está dispuesto a permitir. Dicho de otra forma: no es que Sánchez lo esté haciendo ni medianamente bien, es que el PP lo está haciendo rematadamente mal.
También te puede interesar
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
El mundo de ayer
Rafael Castaño
El grano
Quizás
Mikel Lejarza
23:59:59
Voces nuevas
María Fernández
Andalucía en la voz