¡Que no nos falte de na!

07 de mayo 2025 - 03:08

Hace años popularizó el grupo Cantores de Híspalis un tema llamado Que no nos falte de na. Casi podría ser un himno primaveral en Andalucía, sobre todo en mayo, el mes que destaca por excelencia por la acumulación de fiestas, festejos, ferias y romerías, comuniones y bodas y todo lo que se nos ocurra. Y claro, Que no nos falte de na, que no que no.

Todos los que por aquí vivimos estamos invitados a disfrutar de nuestro fantástico patrimonio festivo, y a celebrarlo con nuestro grupo de referencia, y a participar de la alegría, de la tradición y del calor. Pero cada vez más lo hemos preñado de exceso; exceso de todo: de comida, de lo superfluo, de residuos… No acabamos de incorporar a nuestro folclore y costumbres un elemento esencial, de rabiosa y necesaria actualidad, el de la mesura en el consumo, el de prever qué impacto generamos en el entorno. Confieso que esta denuncia me acarrea críticas y malas caras, y eso que más allá de una actitud discursiva en general no suelo ser un aguafiestas, pero es urgente repetirlo: hasta que nuestras tradiciones y folclore no incorporen la innegociable necesidad de la prudencia consumista, no habremos entendido nada. Mientras seguimos acumulando cosas y bienes que definen nuestra felicidad, alimentamos la desigualdad, y no aprovechamos el momento de afianzar y retomar valores imprescindibles, como el de la sencillez.

Nuestro mundo necesita personas que consuman menos, no hay vuelta atrás, pero además puede suponer una vía para abrazar una vida más plena, donde lo fundamental prevalezca sobre los satisfactores efímeros e inyectados vía publicidad. Trasladar esta visión a lo inmediato, a la familia o a lo comunitario, puede chocar con el menosprecio y el sabotaje de muchos en el entorno, y más cuando vamos ¡todos a la fiesta! Pero es poco precio para lo que nos jugamos. Cuando desde ámbitos científicos nos advertían de que habíamos alcanzado los límites del planeta, aquellos que permiten una existencia sostenible y con futuro, hicimos oídos sordos, y eso ya es pasado; ahora estamos en la “ventana” del cambio decidido de costumbres y de actitud. Racionalizar nuestro modelo de vida, incluso experimentar modelos socioeconómicos que permitan un decrecimiento justo son parte del reto, ¡cuánto más hacerlo popular!

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