Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
¡Bochornoso! Los últimos acontecimientos ocurridos son descaradamente bochornosos y más aún que los anteriores, que ya lo eran mucho, pero, además, por lo visto y oído, menos de lo que nos queda por saber. Ahora comienza un capítulo de nuevas revelaciones, siempre interesadas, nuevos hallazgos, siempre temidos, y lo que no puede fallar: la búsqueda de un relato balsámico que mantenga firme los sillones mientras se sigue atontando al personal.
Ahora, también, las cosas van quedando claras en este “fango” inventado por los tunantes para servirles de barrera protectora a los actores de esta siniestra película, cosas que ,si las ordenamos adecuadamente con un criterio racional, nos empiezan a dar conclusiones aplastantes.
Juguemos a suponer cómo se inicia esta trama: primero, se crea una banda formada por cuatro espabilados para idear un plan que encumbre a un tal Sánchez a la cabeza del PSOE, sea como fuere y sin el más mínimo respeto por cualquier tipo de norma, fabricando un fraude electoral. Continúa el plan y la banda, formada por Cerdán, Ábalos y un supuesto chico de los recados llamado Koldo, nombran al UNO y empiezan a funcionar a lo grande; segundo, se decide ampliar y diversificar el negocio y conseguir la mayor palanca posible, o sea, la Presidencia del Gobierno, y para ello el grupo santifica al UNO y a toda su corte celestial, para continuar con el negocio, de forma cada vez más indisimulada y ambiciosa, que crece vertiginosamente alimentado con el combustible del dinero público que sirve para comprar voluntades y silenciar conciencias; y tercero, al entrar en la “vidorra”, se relajan las cautelas públicas, se refuerzan las privadas –para curarse en salud si llega el caso– y se mantienen las actuaciones de forma ostentosa en todos los frentes, generando evidentes sospechas que tienen necesariamente que ahogar con el relato del “fango” y el “y tú más”, y, en su caso, con el fingido victimismo de sus componentes.
Esto es un pobre resumen de lo que está pasando, inspirado –según la banda– en una “perversa” fabulación de la UCO, pero que quizá llegue a ser un libro que describa un capítulo siniestro de nuestra historia. Ahora estamos en el punto de que, una vez evidenciado el delito y descubiertos sus protagonistas principales de una forma indubitada, solo queda conocer al UNO, que se muestra escurridizo y nebuloso ante todas las miradas. Ante esto, el Sr. Sánchez vuelve a proporcionarnos un ridículo relato victimista diciéndonos que él, pobre, no sabía nada de nada… ¡FANTÁSTICO! Once años conviviendo con la banda y las cloacas en la más estrecha intimidad y el pobre no se enteró de nada, ni de las mordidas, ni de los rescates Delcy-millonarios, ni de las cátedras falsificadas, ni de la falsa musicalidad de su hermano, ni del idilio Zapatero-Maduro para mover millones de aquí para allá y mucho menos de las mascarillas y los covid-negocios de sus adláteres, y todo esto gobernando de manera “firme y brillante” con los trenes que no funcionan, los apagones climáticos, los presupuestos etéreos, el asalto a la Justicia y a los medios de comunicación y la sumisión a sus socios –¡qué papelón!–.
Pobre hombre que ni siquiera sabe quién es él mismo, y pobres de nosotros que hemos puesto en sus manos el destino de España. El tema apesta, aunque no se hayan levantado todavía todas las cloacas, pero el misterioso UNO se queda y lo hace cada vez más solo en una deriva que ya corre a toda pastilla, mientras que sus “socios” empiezan a pensar si es mejor vivir con las manos tendidas al Gobierno para recoger el peaje del alquiler de la Moncloa, o salirse de ese fango real que puede ahogarlos también a ellos, o volver a la senda de la democracia… Y a todo esto, ¿qué piensa el PSOE? En su último congreso, el partido “legitimó” claramente a la banda, que naturalmente fue quién lo organizó todo para conseguir un nuevo soporte de impunidad. Y a pesar de eso no parece que ese pasaporte les pueda servir ahora por mucho tiempo, cuando ya claramente aparecen dos partidos, el PSOE y el PS, este último como creación de una banda camuflada que ha parasitado al PSOE chupándole su sangre electoral igual que también lo hizo con sus amados “socios” de Podemos, Sumar… y los que vayan quedando. Pero ahora ya se les ha caído el camuflaje y a todos se les ve su verdadera cara, por lo que ha llegado el momento de la final del partido –símil futbolero– PSOE vs. PS, y ya se sabe que en las finales solo puede quedar uno.
España no puede ni debe soportar más esta situación estando en manos de un presidente enamorado e ignorante que quiere convencernos de que no se entera de nada más que de su desmedida ambición, y que sólo persigue el poder por el poder. Los españoles necesitamos unas instituciones sanas, no colonizadas, una dirección limpia, una seguridad plena y unos derechos garantizados por una Constitución, reformada y reforzada para que tape las rendijas abiertas por los tunantes y que, por cierto, resuelva el perfeccionamiento de nuestro sistema electoral para evitar el lamentable espectáculo de que un pequeñísimo grupo de personas que quieren destruir España la dirijan a su antojo. A la Justicia le queda una ardua labor por delante, pero al resto de los españoles nos queda en nuestras conciencias que esto no vuelva a pasar, empleando el arma más certera que nos da la democracia: nuestro voto. Mandémosle un recado a ese misterioso UNO que podría ser el Sr. Sánchez diciéndole que se acuerde de Boabdil, que nos devuelva lo que han robado y que se vaya con viento fresco… ¡Ah! Y de paso, que le acompañe Zapatero, que el PSOE lo agradecerá.
Luis Marquínez es expresidente de la Comisión de Infraestructuras del Congreso
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