La palabra miserable se está convirtiendo en trending topics de Twitter. Es una evidencia. Solo hay que pasearse por la red social y descubrir que como uno se descuide acaba siendo un miserable para otros, para todos los demás. Y es una pena porque nunca, que yo recuerde, habíamos sido tan miserables. Tal vez se deba a la irrupción de los partidos de extrema izquierda o de extrema derecha, al odio generado, al miedo y al terror acumulado, a la verdad y a la mentira. Recuerden que lo que para algunos es evidente, para otros acaba resultando falso. Y estamos aún con la casa sin barrer.

Lo que sí hemos descubierto a lo largo de estos días es que el terror se ha convertido en la mejor arma del mundo, el arma más poderosa y eficaz. Vivimos aguardando el mensaje terrorífico de cada día para seguir nuestro camino con mayor o menor fortuna. Un terror que imponen los políticos. Nuestros políticos. Porque seguimos plagados de políticos, hay ausencia de científicos, y el político, por naturaleza, utiliza el terror para seguir teniendo controlado a sus feligreses, a los que nunca quiere ni querrá.

Escribe Cervantes en El Quijote: "La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres". Y respondió Sancho: "Que no siempre hemos de hallar castillos donde nos regalen, que tal vez toparemos con algunas ventas donde nos apaleen".

Tan solo el sentido común puede acercarnos a la verdad, a la única realidad cierta y auténtica. Y a través de él podemos llegar a conclusiones que nada tienen que ver con aquello que oímos, con aquello que leemos o con aquello que escuchamos. Las personas se merecen un mensaje que los políticos no saben transmitir, y ese mensaje debe estar alejado del miedo y del terror. Un mensaje certero y de verdad, un mensaje de seguridad. Los políticos son casta, sí, casta malvada, casta interesada, casta violenta: ya sea con la utilización del término miserable o infundiendo el terror. Los políticos no son personas de fiar, y ellos nos gobiernan.

Rudyard Kipling escribió en 1895 el poema "Si", un alegato inmenso al estoicismo, a la verdad con mayúsculas. En él se lee: "Si puedes encontrarte con el triunfo y el fracaso, / y tratar a esos dos impostores de la misma manera".

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