Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Vivimos una época de incertidumbre, eso es evidente, y seguramente nace con severidad desde la epidemia de Covid 19, que vino a recordarnos que no éramos inmortales. Hay autores que sostienen que la incertidumbre despierta el ingenio, pero todos coinciden en que la incertidumbre a nivel personal puede provocar ansiedad, y a veces depresión, y miedo.
Lo mejor a mi juicio es reconocerla, saber que a veces puede empujar a decidir contra nosotros mismos, y buscar fórmulas para eliminarla.
A nivel comunitario hay dos fuentes de incertidumbre que crecen sin parar en los últimos años. Por un lado, el aumento de la autocracia como forma de política, usando la violencia desmedida para conseguir lo que se desea, y por otro el final del multilateralismo mediante el derrumbe programado de los organismos internacionales de intermediación.
Los dos son caras de la misma moneda.
Otra fuente, que ya es casi un clásico, es saber que si no cambiamos nuestra manera de consumir y de polucionar el futuro va a ser muy duro. Y de ahí que crezca la inseguridad y el miedo, y que permee hasta lo más profundo de nuestro ser. Ya Erich From nos avisó en su libro “El miedo a la libertad”, de cómo los totalitarismos eran consecuencia del miedo de los hombres a decidir por sí mismos; somos débiles y la incertidumbre nos afecta.
Podemos hablar también del ámbito económico, del residencial, del que genera en muchos hombres ver el auge de la mujer como sujeto público, etc.
La ecoansiedad o la ira, por ejemplo, son dos manifestaciones provocadas por esa incertidumbre, que después tienen consecuencias como votar por opciones partidistas antisistema, y así se retroalimenta un sistema pernicioso de flagelación y enfado.
Y así podríamos seguir. Necesitamos mirar de frente a esa inestabilidad global, encontrar las causas y, al menos, no dejarnos llevar por ella, por esa desazón que es signo de este decenio. Debemos saber que todo lo que decidamos con odio o miedo volverá sobre nosotros como un boomerang, con saña, sin futuro.
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