NOTAS AL MARGEN
David Fernández
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Huele a elecciones, con Moncloa volcada en una estrategia para desacreditar al adversario; huele a ministros desatados en sus declaraciones, a frases repetidas que demuestran argumentario diseñado por cabezas pensantes. Huele a presidente del Gobierno sacando a diario conejos de la chistera para impedir que se hable de lo que no quiere que se hable: de su hermano y su mujer escondidos en Moncloa mientras hace como que residen en Portugal para ahorrarse muchos euros en el pago de impuestos, y que no se hable tampoco del procesamiento del fiscal general que escandaliza a la práctica totalidad de los fiscales porque les resulta inconcebible que no haya renunciado al cargo. Y que no se hable de las citas judiciales que esperan en las próximas semanas a algunas de las personas más cercanas al presidente del Gobierno.
No hace mucho Pedro Sánchez volvió a decir que presentaría los Presupuestos Generales del Estado, y si ya entonces el anuncio se recibió con el lógico escepticismo, mayor es el actual cuando solo dispone de diez días de plazo para hacerlo.
El encuentro de Zapatero con Puigdemont solo sirvió para constatar que el ex presidente de la Generalitat no tiene ninguna gana de seguir apoyando a Sánchez, ni en los PGE ni en nada, y a ello se añade que Podemos también se afianza en la posición de “esto se ha acabado, presidente, no cuente más con nosotros”. Sánchez debe hacer matemáticas por las noches.
Por si las señales que emanan de Moncloa no fueran suficientemente claras, el rostro y el gesto de Pedro Sánchez no es para nada el de un presidente que se siente triunfador y sale a la palestra con ganas de comerse vivo al adversario. Todo lo contrario.
A su favor, que Feijóo no vive su mejor momento, acumula desaciertos cuando más necesita acertar. Sánchez mientras tanto se ha erigido en líder occidental en la denuncia de la tragedia humanitaria que sufre Gaza, presume de ser el primero en proponer la creación de un Estado palestino, y promotor de acusar a Israel de genocidio contra los gazatíes. No es exactamente así, pero así lo vende el presidente, que actualmente pone todo su empeño en presentarse como líder del movimiento internacional en defensa del pueblo palestino.
Todo huele por tanto a adelanto electoral, pero con Pedro Sánchez nunca se sabe. Lo único cierto es que, si efectivamente hay elecciones en próximas fechas, Alberto Núñez Feijóo está obligado a replantearse su estrategia actual, porque Vox crece a su costa, no a costa del PSOE. Y por mucho que desde Génova insistan en que sus encuestas propias siguen dándoles muy buena cifras, la sensación de que el PP pierde espacio es lo peor que le puede pasar.
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