La hora

27 de marzo 2025 - 03:06

Parecía ayer y ya nos anuncian que tenemos que preparar el cambio horario de marzo. Ya han pasado los seis meses de ordenanza y nuestro reloj biológico, en costumbres y alimentación, tiene que cambiar a otro estadio al que nos tienen acostumbrado desde hace muchos años.

En la madrugada del próximo domingo, nuestras agujas horarias que van marcando el paso de los días, dan un saltito hacia adelante y nos empujan a uno más largo, una primavera con más luz solar y un ponerse a punto para la estación que llega.

Dicen que así ahorraremos producción energética, que encenderemos las luces más tarde, que muchos negocios alargarán las horas de ventas…¡vaya usted a saber...!

Cuenta la historia que el primer cambio horario en nuestro país tuvo lugar allá el pasado siglo en el año mil novecientos dieciséis, cuando al Káiser Guillermo II de Alemania, se le ocurrió esta idea, según se afirmaba, para ahorrar carbón. La medida fue seguida por muchos países que la mantuvieron hasta después de finalizar la primera Guerra Mundial, en que algunos la dejaron. Y fue años después cuando, ya en la Segunda Guerra Mundial, volvió a implantarse en 1.936, uniéndose España a esta costumbre que continua ampliada desde 1974 con la crisis del petróleo, al menos hasta el próximo año, en que se rumorea polémica abierta, para abandonar este cambio horario. Como a todo nos acostumbramos, volveremos a ver salir el sol y a acostarnos casi con él todavía luciendo.

El domingo ya tendremos tarea de adelantar todos nuestros relojes, menos los digitales que saltaran la hora ellos solitos, menos los que no lo hacen ofreciéndonos un problemático lio a los que no estamos duchos con estos avances electrónicos.

Vivir al compás del horario nos supone, qué duda cabe, una esclavitud permanente.

La hora, con sus sesenta minutos marca nuestro quehacer diario, nuestra vida..¡y que sean muchas las que podamos contar..!

Alegremos el pasar de esas hora, nuevas y primaverales, con el eco de tantas canciones que la nombran y la recuerdan, porque pese a que la eterna voz del bolero inolvidable nos repita, con el eco de Lucha Gatica, que no las marque, ella llegara puntualmente a las cinco, para tomar el té, o a las doce de Nochevieja para recibir al año y también para muchos a las cuatro y cuarto de la madrugada con música del siempre recordado Emilio Molero. En el caminar de la vida seguiremos pidiendo una larga hora de dicha para el amor y una horita corta para las que están esperando dar a luz. Todas las horas son importantes, y a ellas debemos ese ritmo, que nuestro corazón se preocupa por llevar adelante con sus calculados latidos que no deben ni de adelantarse ni retrasarse en el maravilloso reloj de nuestro cuerpo. El cambio de hora está al llegar, esperémoslo con paciencia un años más y que nadie olvide que el próximo lunes el horario laboral obligará a estar a en punto en el trabajo, sin excusas de: “se me olvidó adelantar el reloj”.

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