Aunque se señalen como transmisores del virus (sin ninguna investigación que lo acredite), los casi ocho millones de niños españoles, hoy pueden salir a la calle. Además del sentido común, la Plataforma por los Derechos de la Infancia, el Defensor del Pueblo o la Asociación Española de Pediatría, entre otras, han instado y asesorado al Gobierno para organizar esta salida.

Después de seis semanas de confinamiento, las desiertas calles de Huelva se convertirán en sede de una singular fiesta, en la que no habrá besos ni abrazos, pero sí algún espionaje no sea que alguien no lleve mascarilla puesta. Los niños, junto al padre o la madre (no quiero ni pensar en la ardua negociación que deben hacer los padres separados), podrán saludar a la vecina del quinto que ha conseguido que los del sexto, que tienen familia numerosísima, les preste a uno de ellos para poder pasear por Zafra.

Sobre todo, hoy es un día para aplaudir a esos niños y niñas, héroes y al mismo tiempo, víctimas inocentes de un encierro que puede cambiar sus vidas. Porque hay que ser un héroe para no sucumbir al pánico producido por las explicaciones sobre el virus que les dan en casa y que no siempre coinciden con las que ofrecen los informativos. Hay que ser un héroe para que, de un día para otro, te priven de tu colegio: tus maestros y maestras, tus compañeros, tu recreo… Porque muchos de ellos se quedarán sin graduación, sin viaje fin de curso y sin despedirse de la que, durante años, ha sido como su casa. A cambio serán compensados, con medios precarios, con tareas y más tareas, no sea que les sobre tiempo.

Hay que ser un héroe para cambiar a los amigos por el Hangout; para soportar la ansiedad y el estrés de los padres ante el confinamiento o el ERTE, y que más tarde o más temprano, se verá reflejado en ellos. Un héroe para someterse a las sesiones de ejercicio físico que imponen las familias, no sea que engorden; un héroe para sufrir ese interminable parchís; un héroe para acostarse sin sueño y sin cansancio.

Y, por último, hay que ser un héroe para salir hoy domingo a la ansiada calle conociendo que no puede alejarse más de un kilómetro, que será vigilado por madre o padre, que no puede ir al Parque Moret ni a la playa ni a las zonas infantiles… Un héroe que, si queda con su amigo para charlar, será a gritos para guardar la distancia entre ambos.

Comprendo ahora que mis nietos, ante estas condiciones, no tengan mucho interés en salir hoy de casa… Casi mejor el parchís.

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