
En tránsito
Eduardo Jordá
Un final shakesperiano
Por montera
Nada de lo humano me es ajeno”, dice a través del personaje de Cremes el comediante romano Publio Terencio Africano. En ese mismo sentido, nada de lo que nos llega desde el Gobierno nos puede parecer indiferente, pues revela la manera de manejarse de aquellos que aún poseen altas responsabilidades. Digo esto para superar el debate sobre la intimidad de las comunicaciones de Sánchez a través del Whattsapp. Nada de lo que diga Sánchez nos es ajeno, y mucho menos cuando se refiere a otros dirigentes, algunos de ellos, ministros de su elección. “Llamad al petardo este”, ordena a Ábalos en alusión a Lambán. “Acabo de leer la entrevista vomitiva que La Razón le hace a Page”, y con esto confirma, al menos, su hábito de leer; en concreto, prensa. “Dile que es impresentable”, exige que le comuniquen a Fernández Vara. De María Jesús Montero comentan su eufórico estado de conciencia tras haberse metido “una de palmo”. A buen entendedor... Y Margarita Robles inspira a Sánchez la fantasía de que ella se acueste “con el uniforme”. “Es una pájara”, sentencia. Uno de los aspectos más llamativos de tales mensajes susurrados es, desde luego, el modo tabernario en que se comunican entre ellos. Pero más asombra la manera de encajar esto por parte de algunos de los aludidos, como es el caso de Robles, que sonríe, quita hierro al asunto y se parapeta tras un rostro apto para el póker. Qué necesidad de continuar en la poltrona. Qué fuertes ataduras al poder. El papel de Ábalos sobresale. Porque se antoja difícil imaginar un servilismo más hondo, proviniendo además de alguien que se afana por cultivar el perfil de un personaje de una pieza, digno y entero. Shakespeare no habría dado abasto con una compañía de actores como los que padecemos. Y en esa representación teatral constante a la que nos someten para distraernos mientras ellos hacen y deshacen con nuestras vidas y haciendas, Sánchez y Ábalos encarnarían a la perfección a la pareja más fértil de la comedia. Sánchez, encajado en un trono alzado sobre la miseria y la mentira, da orden a su bufón de que corte las cabezas de todos aquellos que cuestionen su divina majestad. Ábalos, en una jugada maestra de la dramaturgia, bien podría lanzarse a la transgresión de deslizar los mensajes anteriores para que sean conocidos por el patio de butacas. Esto no son guasaps, querido lector. Son guasas. Las que se traen con nosotros. Las que estamos pagando todos de nuestro bolsillo. Rubrique usted con el emoticono que más rabia le dé.
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