Los nuevos tiempos

César De Requesens

crequesens@gmail.com

El guantazo de Will

Tú provoca y humilla y luego a ver qué pasa. Y pasa. porque la bestia siempre está ahí detrás agazapada

Yllegó el guantazo de Will Smith en la gala de los Oscar. Tan real que parecía parte de la ficción habitual en esa hoguera de vanidades americana, tan barriobajero que nos dejó estupefactos a todos, tan visceral que ha activado las alarmas y el debate sobre las dificultades de autocontrol de la ira y la cuestión de si tenemos que dominarnos hasta si te ofenden en lo más íntimo con una guasa sobre la desgracia de uno de los nuestros.

Hay momentos en que surge lo tribal, la acción directa, el guantazo en la cara en este caso ante una ofensa a la cara. ¿Tú me ofendes a mí y a los míos?, pues te parto la cara si eres hombre y tan negro como pues las consecuencias no serán tantas. Pasas de las palabras a los hechos y queda todo dirimido y bien claro. Fin. Pero queda grabado y ya la tenemos liada.

Recuerda a otros guantazos sonados. El de Hilda; el de todo un Mario Vargas a todo un Gabriel García Márquez por un asunto de faldas mal aclarado. Los intelectuales y su sensibilidad a flor de piel y sus distintos parámetros morales tan al margen de la corrección política; o aquel "que te pego leches, que te pego", del empresario desquiciado al ministro que se lo quitó todo.

Son momentos para la historia como aquel Happy birthday de una Marilyn descarada al Mr. President que calentó a toda la audiencia o el "por qué no te callas" de todo un rey al reyezuelo déspota de los venezolanos. Lo espontáneo y primario sale a escena ante los ojos de los bienpensantes de cada época y su escándalo.

Pero el de Willy Smith ha sido el más escenográfico. Levantarse, ir caminando con esa caída de hombros chulesca del que fue 'príncipe de Bel Air' hasta subir con parsimonia los escalones del escenario y plantarse delante del que le agraviaba y, a mano abierta, cruzarle un buen guantazo lava-ofensas y vuelta despaciosa al asiento orgulloso y retador. De cine.

Imágenes claras en un mundo que se reprime cada instinto mientras que todo el sistema exacerba pulsiones y deseos para que se compre o se actúe. Tú activa y luego a ver quién discrimina y controla tanto impulso. Tú provoca y humilla y luego a ver qué pasa. Y pasa. Vaya si pasa. Porque la bestia siempre está ahí detrás agazapada, y está confusa y asediada y a veces dejas la puerta abierta y ya la tenemos liada.

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