
Monticello
Víctor J. Vázquez
Foto de niño muerto de hambre
En estos días, aunque viene haciéndose desde el famoso, político y dañino para el país, “somos más” de la noche electoral del 23-J, se habla mucho de singularidad dada la pretensión del Ejecutivo de consolidar un nuevo privilegio para el territorio catalán, dando pie a la ansiada “asimetría” de Pascual Maragall que sobrepasa todos los límites previstos en el Título VIII de nuestra Constitución.
Claro está, que una vez consolidado el tándem Pedro Sánchez-Conde Pumpido, los conceptos de Constitucionalidad están superados por el principio de “permanencia” en el Poder que obtiene la validez necesaria solo apoyada en la necesidad coyuntural, con argumentos etéreos sentimentales y no con criterios de valoración jurídica.
Y ya que hablamos de singularidad, debemos reconocer que tenemos un Gobierno muy singular. En su forma gramatical, se trata de algo único o excepcional cuyas formas de actuación lo hacen diferente a todos los anteriores y fiel a “sí mismo”: Claro está que esta apreciación, se presta a mucho debate, más por su composición eventual, por dependiente de intereses concretos de parte que por su propia consideración gramatical de singular. Lo verdaderamente cierto es que la singularidad la otorga el hecho de ser único en el ejercicio de la ambigüedad de sus decisiones, casi siempre incompletas en lo referente a medios y recursos para la aplicación de las mismas, un ejemplo notorio es el actual debate del “cupo” catalán rechazado por los propios Inspectores de la Agencia Tributaria.
Acaso no es singular un Gobierno sin PGE, casi tres años, aplicando políticas de esa índole; calculando Proyectos de Ley como el de Bolaños con la Justicia, frente a jueces y fiscales, pero sólo preocupado por la posible pérdida en la votación correspondiente. Un Gobierno al que la Justicia Europea le empieza a avisar de las irregularidades decisivas para la calidad democrática del Estado. Podríamos seguir, es un Ejecutivo que no depende de su fortaleza sino del capricho de sus socios. De ahí que sea singular este Gobierno por su “estilo” único.
Estilo único por su constante pretensión de conseguir la cuadratura del círculo por la vía del entreguismo a sus socios lo que hace irreversible algunas decisiones con impacto en la estabilidad del Estado y la convivencia.
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