Un giro a la nada

La ambición de poder de Pedro Sánchez lo lleva a no respetar ni sus propias palabras

Las entrevistas a presidentes del gobierno no se prodigan, salvo en etapas preelectorales. Por eso, cuando algún medio va a hacerla procura publicitarla porque sabe de su importancia, aunque sólo sea por la relevancia del cargo institucional, pues no siempre el personaje que lo ostenta está a la altura de la responsabilidad, preparación y sabiduría que se requiere. Por esta razón, llama la atención el tibio eco que ha tenido la del pasado miércoles, efectuada por Pedro Piqueras a Pedro Sánchez, no únicamente en los días previos sino a posteriori. Su repercusión ha sido escasa tanto como noticia como a nivel de artículos de opinión. Quizás sea debido al cansancio y saciedad que han producido sus continuos sermones hueros, cargados de lugares comunes y excesivamente largos. Al margen de esto, lo que sí es verdad es que su presencia en el informativo y algunas de sus declaraciones han sorprendido porque no se sabía muy bien a qué había ido. Una de las hipótesis que se han formulado, que tiene su fundamento, ha sido que, dado que ya que tiene la tranquilidad de que el Congreso ha dado luz verde a los PGE, con los apoyos, entre otros, de UP, Bildu y ERC, se ve en la necesidad de dar una imagen más acorde con una izquierda más centrada, a la vista de los datos de las últimas encuestas en las que el PSOE, aunque continúa estando el primero en intención de voto, ha perdido una masa importante de potenciales votantes y se especula que haya sido porque en los casi mil días que lleva de gobierno se le ha visto cada vez más manejado por Pablo Iglesias, quien no es precisamente un centrista. Es consciente de que el centro es quien normalmente da las mayorías, por lo que verbalmente intenta marcar distancia con aquel. Apoya a la hipótesis expuesta el que rebatió con vehemencia las acusaciones que lo sitúan políticamente en lados extremos y radicales. Resaltó que aquí no existían supuestas dictaduras soviético-bolivarianas y, ante la indicación del presentador de que se hablaba de un Gobierno socialcomunista -así definido por Iglesias-, respondió, con enfado, que no habían venido los bolcheviques. El gran problema de Sánchez es que ha perdido toda credibilidad porque promete en falso y su ambición de poder lo lleva a no respetar ni siquiera sus propias palabras. Querrá vendernos que representa a una izquierda moderada y que actuará y se comportará desde esa posición, pero su trayectoria nos ha enseñado que no hay ninguna razón para que creerlo en esto y en nada.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios