Alto y claro
José Antonio Carrizosa
Pablo y Pedro
EN literatura se insiste que hay que analizar tanto el fondo como las formas de las obras literarias. En el llamado fondo se estudia el mensaje que se quiere transmitir, el objetivo que persigue quien la escribe y que expresa mediante palabras, mientras que la forma es el revestimiento lingüístico, la manera de combinar las palabras para que dicho mensaje llegue a quien las lea. Esta división puede señalarse también en otras obras artísticas como en el cine o en la pintura. Existe un qué se dice y un cómo se dice y cualquier creador sabe que debe atender tanto a uno como a otro y conocen que la idea más genial puede quebrarse si no se expresa debidamente.
Esta pasada semana hemos conocido dos acontecimientos políticos (muy alejados, por tanto, de cualquier forma de arte) que me han hecho recordar las relaciones tan conflictivas que se establecen a veces entre lo que se quiere decir y lo que en realidad se dice. Fue primero el ministro Wert, en el Parlamento, cuando soltó aquello de "españolizar a los catalanes". El verbo que usó, el contexto en que lo hizo y en el momento en que la empleó, constituyó tal desatino que ninguna explicación aclaratoria posterior ha podido suavizar la crispación que desató. Es éste un ejemplo de cómo las formas pueden arruinar un argumento por bueno que sea.
Gallardón en cambio, más astuto y más ladino, me atrevería a decir, ha jugado mejor la partida. El Consejo de Ministros ha aprobado su reforma del Código Penal que incorpora la prisión permanente revisable y tipifica como delito el matrimonio forzado y la divulgación de imágenes íntimas sin consentimiento. Aunque yo creo más en la utilidad de la prevención que en el castigo, no dejo de reconocer que son medidas esperadas, justas y que hay que dar respuestas a las nuevas demandas. Y creo que el ministro ha hecho una maniobra espectacular con las formas de presentar las reformas aprobadas. "Volvemos a pensar en las mujeres", afirmó Gallardón. Y al día siguiente sus seguidores a coro enfatizaban sobre el avance en la protección de los derechos de la mujer. Ha utilizado la defensa de los derechos de la mujer para presentar una reforma que va dirigida a hombres y mujeres que cometen delitos. Pero como las palabras no son casuales parece que se nos vende la reforma como medidas de amparo hacia la mujer. Mucho me temo que el ministro y su coro estén preparando la antesala de la Reforma de la Ley sobre el aborto. Cuando anule la posibilidad que tiene hoy la mujer de abortar en los casos de malformación del feto, como así ha manifestado que hará, entonces será cuando nos enteremos de verdad cuánto piensa él en la mujer, entonces sabremos cómo la piensa proteger y qué valor le da a su libertad.
Wert se equivocó en las formas, Gallardón en el fondo.
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