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Las demandas, quejas y protestas que se están sucediendo en la costa onubense las últimas semanas (y meses), especialmente en Matalascañas, Punta Umbría y El Portil, son una muestra de que residentes estables y estacionales en estos nucleos costeros han decidido dar un paso adelante y elevar su malestar por no obtener lo que entienden un nivel de calidad mínimo en los servicios públicos. La exigencia está ahí, mayor con el paso de los años, y es un aviso al resto de la provincia de que hay que ponerse las pilas. Ya no basta con salir al paso.
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