Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Entre la esperanza y la tragedia

Una vacuna. Era todo lo que nos hacía falta, lo que ansiábamos desde hace meses, lo que necesitábamos cuando cada casa se convirtiera en nuestro universo. El anuncio de su próxima llegada no sólo disparó las bolsas y las previsiones económicas, sino que lo hizo también con nuestro propio ánimo, sin hacer de menos a nadie, mucho más necesitado. Por primera vez desde que comenzara esta pesadilla, vemos una salida, todavía lejana, pero con fecha puesta y eso es más de lo que soñábamos. Días antes nos advertían sobre la posibilidad de volver a aplaudir desde los balcones, aunque parece que nos libramos. De momento.

La guardia siempre alta, como los buenos púgiles. Esta semana nos trae el implacable recuerdo que el virus sigue entre nosotros y que se cobra vidas. Es entonces cuando la tragedia se asoma a nuestras vidas, dramático aviso de lo que nos queda por vivir. Diecisiete onubenses se han dejado sus sueños en el camino y son ya 90 quienes no nos acompañarán en los nuestros. Conviene no olvidarlos nunca. Somos vulnerables como tal vez antes nunca nos habíamos dado cuenta que lo éramos y nuestra vida entera pende de un descuido, de una norma no seguida, de una cerveza mal tomada, de un abrazo que no debimos dar y de una distracción que jamás debimos tener.

La pandemia nos deja cicatrices en el cuerpo y lamentos en el alma y eso tal vez sea lo más complicado de superar. Párense un minuto y recuerden cómo era su vida el año pasado a estas alturas del año, con las compras de Navidad en la mente, con los regalos pensados y con los planes para juntarse con los suyos. Miren a su alrededor y piensen si su caminar diario iba a estar acompañado de rostros cubiertos y miradas perdidas, en un desfile de mascarillas, bares vacíos y tiendas cerradas.

Las cosas irán mejor, decían al comienzo de la tragedia desde Italia y, aunque tardó en pasar de un papel dibujado por un niño y pegado en el cristal de una ventana a una esperanza en el horizonte, está cada vez más cerca. Hemos conseguido llegar hasta aquí, así que hay que hacer lo posible por llegar a la salida de este disparate en el que nos hemos acostumbrado a vivir.

Tengan cuidado ahí fuera, como en esa serie de policías que nos acompañó en los años ochenta, pero mucho cuidado. Es ahora, más que nunca cuando nos debemos cuidar como nunca antes lo hicimos. Pensar por los que más queremos, por nuestros vecinos y hacer que esa comunidad herida por tantos meses de pelea, salga lo más indemne posible. Tendremos ocasión de celebrarlo, con una cerveza en la mano y una sonrisa en el rostro, pero todavía nos queda un poco. No la fastidiemos ahora que estamos tan cerca.

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