En la encrucijada

26 de junio 2025 - 03:05

Comentaba con una querida compañera de la radio –una voz dulce y entrañable, por cierto–, que Pedro Sánchez nos había demostrado una vez más en su primera comparecencia tras el escándalo de la corrupción, algo que ya sabíamos hace tiempo, que sus dotes de actor habían llegado a su interpretación más clamorosa, una vez más en el tinglado de la antigua farsa que ha venido siendo el escenario habitual del presidente.

Tras mostrarnos su semblante más acongojado, su aspecto abatido y victimista, su irremediable desconsuelo, tremendamente triste y contrito, “fané y descangayado”, como en el tango de Enrique Santos Discépolo que cantaba Carlitos Gardel, nos confesaba otra mentira más de su inmenso repertorio: no sabía nada. Como si la ignorancia le eximiera de la culpa y la responsabilidad y no fuera igual o peor que el conocimiento de las desalmadas fechorías de sus tres destacados lugartenientes. Y lo expreso así porque él se reclamaba capitán… Capitán, ¿de qué? ¿También de este inconfesable atraco al dinero de todos los españoles?

Éste ha sido un Gobierno de penosa andadura, que, empeñado en mantenerse en el poder, ha permitido y aceptado coacciones, amenazas, chantajes e imposiciones de los presuntos socios de coalición y apoyo llamados progresistas, que le han llevado a una miseria moral, a una indignidad inaceptables. Sólo a los más afines, a los más fanáticos, en fin, pueden convencer las acusaciones a la oposición, como si trataran de justificar con ello sus propias corrupciones, o atribuir bulos y fango –que son las idioteces propaladas hasta la saciedad por el presidente, el Ejecutivo y sus convenientemente adiestrados y sincronizados parroquianos– a lo que son muy graves indicios.

En esta agónica encrucijada, el presidente está más que nunca a merced de quienes le mantienen en La Moncloa, con sus chantajes y su inexorable vaciamiento del Estado. Y quienes profesamos el pensamiento libre nos preguntamos, ¿qué país es éste que permanece mudo ante el reparto que se hace de los bienes públicos favoreciendo a unas regiones que pretenden despedazarlo? ¿Cómo es posible que alguien vote a favor de quien le arrebata los medios, las inversiones y las infraestructuras que producen su desarrollo y prosperidad?

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