Antes y después de Europa

Alto y claro

30 de junio 2025 - 03:05

La historia de Andalucía de la segunda mitad del siglo XX y la primera del XXI se podrá dividir en dos periodos: antes y después del ingreso de España en la Comunidad Europea. Ese hecho, del que se ha conmemorado su 40 aniversario, es el que ha marcado la profunda transformación que ha experimentado la región en las últimas décadas, mucho más que la puesta en marcha de las instituciones autonómicas.

Aunque las cifras se han ofrecido en numerosas ocasiones, conviene reiterarlas para dejar sentada la importancia de lo que Europa nos ha dado. Sólo en fondos estructurales, los que puso en marcha Bruselas para compensar desequilibrios territoriales, Andalucía ha recibido una cantidad que está en el entorno de los 45.000 millones de euros y es una de las regiones más favorecidas. Si se suma lo que ha llegado a través de las ayudas de la Política Agraria Común y otros instrumentos comunitarios, la cantidad está por encima de los 110.000 millones. Si se tiene en cuenta que la previsión para este año es que el PIB andaluz se quede muy cerca de los 200.000 millones de euros y que Andalucía es la tercera economía del país, se comprende la magnitud de las cifras.

A cualquiera que tenga edad para haberlo vivido le consta que a la altura de 1985 Andalucía estaba mucho más cerca del Tercer Mundo en el que la situara en los años últimos de la dictadura el periodista Antonio Burgos que de la Europa desarrollada, surgida de las ruinas de la Segunda Guerra Mundial, a la que estábamos a punto de incorporarnos. Las infraestructuras, tanto las carreteras como los ferrocarriles o los aeropuertos, eran una auténtica vergüenza y los pueblos de la región estaban sometidos a un abandono que los convertía en guetos de los que todos los que podían se escapaban.

El dinero de Europa no hizo que Andalucía dejara de ser una región con unas tasas de paro altísimas y unos niveles de renta bajísimos o que se tuviera que conformar con vivir del campo y del turismo, incapaz de crear una estructura industrial. Pero sí cambió el paisaje y nos metió en un mundo más cómodo de habitar. Conviene recordarlo ahora que han pasado cuatro décadas y que Europa, la propia idea de integración continental, atraviesa una crisis profunda. Los andaluces sabemos que estar en Europa es lo mejor que nos ha pasado como colectividad.

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