Al inicio de la segunda parte de El Quijote, Cervantes escribe: "Pide no se desprecie su trabajo, y se le den alabanzas, no por lo que escribe, sino por lo que ha dejado de escribir". ¡Y dejamos tanto por escribir! O al menos, deberíamos hacerlo. Puestos a contemplar todo lo que da vueltas a nuestro alrededor es mejor agachar la cabeza, o cerrar los ojos, o dejar de escuchar. ¿Desprecio o alabanza? Aunque usted opine lo contrario la seguridad provoca miedo. Sí, la seguridad de tener el sueldo asegurado, el ingreso mensual en la cuenta corriente, y la confianza de disponer de un puesto de trabajo que no corre peligro, otorga miedo. Al menos ese pánico provocado que genera terror, incertidumbre, desgana.

En cambio, la inseguridad de no disponer de ingresos, de tener que pagar la cuota de autónomo todos los meses sin saldo en la cuenta, de tener que seguir comprando la manutención, y de conocer que España, según la OCDE, se sitúa a la cabeza en 2020 del desplome económico mundial con una caída del 14,4%, pues eso, que esta inseguridad hace que estas personas pierdan el miedo y se lancen a la calle para sacar a nuestro país adelante. En estos tiempos, los que están "seguros" han hecho poco, siguen haciendo poco. En cambio, los "inseguros" han comenzado (algunos no han dejado de hacerlo) a levantar España.

Vivimos en una época donde se nos anula el raciocinio. Un jilguero, que no razona en sí, tiene más inteligencia que muchas personas. Sabe lo que quiere hacer por necesidad y lo hace o intenta hacerlo. Las personas, en cambio, se dejan llevar por las múltiples imbecilidades que nos han inculcado como "normalidad". Y nada de educación. Sin educación no hay cultura, sin educación no existe el sentido común, sin educación dejamos de ser personas. Y ¿dónde está la educación?, abandonada a la suerte de todos y de nadie. Que poco interesa regresar a la escuela, a la universidad, al conocimiento de la verdad.

En esto de la educación deberíamos ser un poco más desobedientes, mucho más rebeldes, dejar constancia de nuestra disconformidad, y ser "inseguros". Ahora el inseguro es el sabio, no lo olviden. Que lo recuerden por aquello que ha dejado de escribir, no lo hizo, estaba dándole alas a la educación. "El mundo es demasiado brutal para mí", escribía el poeta inglés John Keats a su musa Fanny Brawne en agosto de 1820. Sí, efectivamente, este mundo se está transformando en una inmensa brutalidad sin sentido, sin conocimiento, y sin educación.

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