Currículos floreados

Alto y claro

31 de julio 2025 - 03:07

Durante una buena parte de mi trayectoria profesional me ha tocado revisar currículos de personas que aspiraban a ingresar en la redacción de un periódico. Así aprendí que cuando se escribe “nivel alto de inglés hablado y escrito” en realidad se están consignando unos conocimientos tan escasos del idioma que no da ni para hacer una entrevista y que cuando lo que se pone sobre el papel es “nivel medio” lo que se quiere expresar es la práctica ignorancia total de la lengua para todo lo que no sea decir gracias y adiós.

La tentación de adornar los méritos propios para competir en un mercado laboral salvaje era algo en los que muy pocos dejaban de caer, por más que se supiera que las mentiras tienen las patas muy cortas y que antes o después había que demostrar las capacidades que se han proclamado. Lo cierto es que en los últimos años los currículos floreados y fantasiosos han ido perdiendo terreno a la hora de aspirar a un empleo. Lo que no se puede acreditar mejor no ponerlo porque no puntúa y, además, ahora las entrevistas están hechas con criterios profesionales mucho más estrictos.

Pero, por lo que parece, ese rigor, que ya es norma común en el mundo del trabajo no ha llegado al de la política, donde impera el principio de que todo vale a la hora de atribuirse méritos que se está lejos de tener. El caso de la diputada del PP Noelia Núñez, que se inventó la mayor parte de una exitosa trayectoria académica, ha vuelto a abrir la espita de las denuncias de políticos que presumen de estudios que nunca hicieron o tesis doctorales que directamente plagiaron. Desde el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que copió su tesis, hasta el de la Junta, Juanma Moreno, que ha exhibido a lo largo de los años un currículo digamos que cambiante.

Hasta ahora, cuando se descubría la verdad, las consecuencias se limitaban al sonrojo del afectado. La diputada Núñez, que llevaba una carrera meteórica en su partido, ha marcado un nuevo nivel de exigencia renunciando a todos sus cargos y apartándose de la política. A ver si cunde el ejemplo. Falsificar la trayectoria académica o profesional no deja de ser otra forma de engañar al prójimo y el prójimo, en este caso, es el que vota.

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