Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
JUAN Antonio Jiménez Lobato es otro cura atípico, como casi todos los que han pasado por Punta Umbría. El cura de Badajoz, como cariñosamente se le conoce en el pueblo, no es de Punta Umbría, como bien habrá podido imaginar el lector, sino de esa bendita tierra extremeña limítrofe con nuestra Andalucía, pero desde hace muchos años, creo que alrededor de cuarenta, viene a Punta Umbría haciendo una labor encomiable en favor de los más desfavorecidos.
Juan Antonio es un sacerdote entregado a las causas difíciles, por eso a través de su mediación, el Obispado de Badajoz adquirió un viejo hostal de Punta Umbría, el llamado Hostal San Roque, también conocido como Villa Antoñita, para dedicarlo a traer hasta el mar a gente de tierra adentro que generalmente si no fuese de esta manera, no verían nunca en su vida la inmensidad del Océano Atlántico, el mar, la mar.
Y efectivamente, yo mismo he sido testigo de innumerables visitas de grupos de niños, jóvenes y mayores que han pasado temporadas inolvidables en Punta Umbría, porque Juan Antonio es todo generosidad y siempre nos ha hecho partícipes a la gente del pueblo, invitándonos a cenar con los grupos de residentes, o a las fiestas que en su Residencia se hacen cada turno. Aún recuerdo una fiesta a la que asistí con mis compañeros del Ayuntamiento, Manolo Leal y su esposa María Dolores, cuando vino un grupo de israelitas o cuando vinieron grupos de mayores impedidos o jóvenes discapacitados que jamás habían visto la playa.
No hay nada más gratificante que ver las caras de esas personas llenas de gratitud por el trato que Juan Antonio y sus colaboradores les daban. El cura de Badajoz es un corazón que va ganando amigos por donde va pasando y ahora precisamente que ese corazón no se encuentra en su mejor momento es cuando yo le rindo este pequeño pero sincero y merecido homenaje por todo cuando hace por todo el mundo y por supuesto por Punta Umbría, por que lleva el nombre de nuestro pueblo por los rincones más recónditos de nuestra geografía, pueblos de Sevilla, de Córdoba, de Badajoz, de Cáceres, de Ciudad Real, pero pueblos tan desconocidos como pueden ser, Burguillos del Cerro, La Nava de Santiago y otros muchos que casi no aparecen en los mapas.
Cayetano Hernández del Campo siendo alcalde de Punta Umbría y José Figueroa Agea siendo concejal, llevaron a Pleno corporativo una propuesta de agradecimiento que se aprobó por unanimidad a Juan Antonio Jiménez Lobato por la labor que hacia en bien de Punta Umbría, también han dado muestras de agradecimiento en otros momentos los alcaldes José Hernández Albarracín o Gonzalo Rodríguez Nevado que incluso se desplazaron a Badajoz invitados por ese embajador de Extremadura en la Mar Océana, con motivo de la apertura de una calle denominada Punta Umbría en la capital pacense, en correspondencia con la que nominamos aquí con el nombre de Extremadura.
Juan Antonio, es más que un cura, Juan Antonio es canónigo de la catedral de Badajoz, es el cura de las Hermandades del Trabajo de Badajoz, el cura de la Residencia Virgen de Guadalupe de Punta Umbría, el cura de la Residencia Santa María del Mar de Badajoz, o como decía Feliciano Correa Gamero, miembro de la Real Academia de las Letras y las Artes de Extremadura, es un cura, que va caminando a caballo al Rocío, es un cura que batalla con un montón de críos, es un cura que dirige dos vírgenes a la par, es un cura que da clases de albañilería y de fontanería, es un cura que se atreve a cantar un fandango entre misa y misa, que toca el acordeón.
Con Juan Antonio he charlado mucho, largo y tendido, junto a una copa de vino de pitarra de la Tierra de Barros y un trozo de chorizo de los cerdos de las dehesas extremeñas y acompañados por Mari su más fiel colaboradora dando afecto, cariño y amor a todos los desprotegidos y marginados de los que se han rodeado siempre.
Cuántas y cuántas personas de España han conocido por primera vez, y muchos de ellos como única vez en su vida, el inmenso mar de Punta Umbría. Y todo ello gracias a Juan Antonio, el cura de Badajoz, que los trajo hasta aquí y además los llevó de excursión al Rocío y a la Sierra y a Moguer para que conocieran la Casa Museo de nuestro poeta universal Juan Ramón Jiménez. Bonita labor la de este hombre.
Nosotros, los que hemos nacido junto al mar, no le damos importancia a verlo tan a menudo o a diario, pero me imagino la sensación que debe ser verlo cuando no se ha visto nunca. Mi amigo de la infancia e insigne poeta Abelardo Rodríguez Mora, tristemente fallecido cuando no le tocaba irse todavía, decía en una de sus poesías "quien pudiera como tu, ver el mar por primera vez...".
A Juan Antonio le estoy agradecido por su trato siempre, aún recuerdo cuando en mi familia hemos tenido la marcha de algunos de nuestros más preciados miembros, que sin avisarlo, apareció él en los momentos más duros para darnos consuelo y tener palabras de cariño.
El cura de Badajoz viene hoy a las páginas de este periódico traído por mí por merecimientos propios, por ser como es, por ser una persona entregado en cuerpo y alma a los más necesitados y por hacer de Punta Umbría un referente para unos turistas muy ricos en valores. El padre Juan Antonio tiene una forma maravillosa de hacer apostolado dándose a los demás y como a Punta Umbría le ha dado tanto, lo incluyo en esta galería de personas importantes, ilustres y notables dentro de estos 50 años de nuestra independencia municipal donde ha desempeñado y desempeña tan abnegada tarea llena de espiritualidad.
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