Cristales rotos

16 de julio 2025 - 03:06

De pronto el pueblo es un campo de batalla. De pronto un hecho terrible desata la ira. De pronto la ira se reconduce adecuadamente y el racismo se justifica. Y un país entero asiste a una cacería orquestada por movimientos xenófobos, muy patriotas ellos, muy bien instruidos en el arte del engaño y la gestión de las emociones. Y un puñado de ciudadanos enmascarados se dedica a perseguir y apalear con un sólo criterio de búsqueda: el color de piel.

Esto tiene un nombre, lo sabemos, lo aprendimos hace mucho tiempo, se estudia en los libros de historia, pasó en las plantaciones de América, en la Alemania nazi, en toda Europa con la comunidad gitana, en la India, ocurre en Marruecos con los que llegan del sur. Ha ocurrido, y ocurre, siempre que se señala a un colectivo por el color de su piel, por su procedencia, por su etnia, y se pretende generalizar y simplificar.

Y se sabe que la xenofobia es un arma política: alguien nos convence de que somos racistas para que nos pongamos al servicio de sus intereses de poder, para manejar nuestras emociones (tan legítimas, pero tan moldeables) y para construir con dichas emociones todo un discurso. De ninguna manera el color de piel, la nacionalidad o cualquier otra cosa que nos identifica como colectivo nos convierte en violadores, en asesinos, en perezosos, en sucios, ni en ninguna otra chorrada que se nos pueda ocurrir.

Lo que está pasando en Murcia es de manual: de manual racista. Escojo un hecho aislado, lo adorno, tiro de emociones, miento, y le endoso ese hecho puntual a un colectivo completo, a un país entero. Y si lo hago con habilidad tendré detrás a un montón de energúmenos capaces de cualquier cosa, desde entrar en un negocio con un bate de beisbol, hasta montar una cámara de gas, o incluso organizar un genocidio como el que se perpreta contra los palestinos, así. No debemos consentir que la mentira y el odio nos penetren de esa manera. Nadie quiere que se apalee a un anciano ni a nadie. Pero no hay ningún hilo que una ese hecho con una cacería de inmigrantes. Es absurdo, es irracional, es racismo, es violencia gratuita. Es todo lo que no debemos permitir como sociedad del siglo XXI. Espero que lo de Torre Pacheco se enfríe, supongo que ocurrirá tarde o temprano. Pero debemos aprender para no volver a repetir. Porque en una de estas maniobras de la ultraderecha nos podemos ver envueltos en otra “noche de los cristales rotos”. Sé que muchos ni siquiera entenderán esta referencia. Pues por favor: lean, más nos vale. Que igual es tarde la próxima vez.

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