La Constitución más avanzada de Europa

Pasado mañana celebraremos el aniversario de la aprobación en las Cortes Constituyentes de la que, en aquel momento, fue la constitución más avanzada de Europa.

En ella se reconocía, por primera vez, la plena igualdad de hombres y mujeres —«Artículo 2º: Todos los españoles son iguales ante la ley»—, se establecían los derechos civiles y políticos y firmes garantías para que su cumplimiento fuera real y su incorporación en la Carta Magna no se quedara en papel mojado, se abolía cualquier tipo de privilegio a la par que se reconocían los derechos económicos y sociales para todos, se impulsó el laicismo —«Artículo 3º: El Estado español no tiene religión oficial»—, se optó por el antibelicismo —«Artículo 6º: España renuncia a la guerra como instrumento de política nacional»—…

Convendría recordar que este proceso constituyente, cuya hoja de ruta trazaba esa Constitución de la República Española de 1931, fue el que se quebró cuando hablamos del golpe de Estado de 1936. Así que no sólo hablamos de las muertes que provocó la guerra a la que condujeron a este país los insurrectos y las que provocaron tras vencer la contienda, ni hablamos sólo de la brutal represión que mantuvo encarceladas o exiliadas a todas las personas que se oponían al régimen fascista, ni hablamos sólo de la miseria que vino en la posguerra, consecuencia del conflicto y de la autarquía.

Hablamos también del brutal freno que Franco puso a los avances que traía la II República.

Los nostálgicos del fascismo dicen que la República tenía muchas cosas mejorables y tienen razón, pero el marco que se le dio a la misma con esa constitución ofrecía suficientes herramientas para corregirlas, lo que da a entender que los golpistas no buscaban solucionar esos problemas, sino evitar que esos avances dieran al traste con sus privilegios.

Mañana celebramos el aniversario del referéndum que dio el sí a la Constitución vigente y, tal vez, ahora que tantos parecen mostrar simpatías por los que dieron aquel golpe de Estado, habrá que recordar la historia para evitar errores que nos vuelvan a poner en manos del fascismo y habrá que ser audaces a la hora de actualizar el texto de la ley de leyes para que, por lo menos, nos sitúe en el punto de salida que nos situaba aquella otra constitución.