Consecuencias

Todos nuestros actos tienen consecuencias en la vida de los demás.

Pareciera que nuestras acciones y decisiones cotidianas no trascienden más allá de nuestro ámbito y, sobre todo, que no afectan a los otros, craso error.

Hace unos días un coche mal aparcado impidió que el camión de recogida selectiva pudiera hacer la maniobra de vaciado del contenedor, cosa nimia, dirán, pues sí, pero lo cierto es que el hecho de que alguien anteponga el interés personal, de no buscar aparcamiento, tuvo como consecuencia que el camión pasó de largo y el no vaciar el contenedor ha llenado de desperdicios la acera durante dos días.

Los casos de corrupción política y obra pública destapados recientemente nos parecieran lejanos, sin consecuencias en nuestras vidas, craso error.

Uno de esos casos publicados de tráfico de influencias afectaba a la empresa que iba a construir la carretera de acceso al Chare de Lepe, y que entró en preconcurso de acreedores al poco de empezar los trabajos, con el resultado de un largo retraso que ha impedido, entre otros muchos problemas, que el hospital esté funcionando.

No quiero imaginar a una persona en traslado urgente en ambulancia que, pudiendo haber sido atendida en Lepe, tenga que llegar hasta Huelva.

Ya ven, la vida de una persona en manos de las corruptelas de algunos.

Nuestras vidas se interrelacionan con las de otros muchos, en ocasiones sin ser conscientes de ello. El apoyo a un emigrante al que acompañemos a solucionar su permiso de trabajo puede estar salvando la vida de gente de una aldea africana a la que llegarán muchos de los ingresos económicos de esta persona, que puede trabajar en España gracias al permiso de trabajo que hemos ayudado a gestionar.

Es sólo un pequeño ejemplo. Películas como Cadena de favores o ¡Qué bello es vivir! Lo retratan a la perfección. Ese es nuestro poder y también nuestra responsabilidad, hacer que nuestro paso por la vida tenga consecuencias positivas en la vida de los demás, especialmente de los más vulnerables.