¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La nueva España flemática
Las leyendas populares no tienen fin. Parece que nos gusta regodearnos con esos misterios que nunca se aclaran, con esas historias que dejan volar a nuestra imaginación por caminos de difícil compresión.
Ahora que pasó el verano y nuestras playas se encuentran comenzando el sueño de la soledad, dormida con arrullos de olas, me recordaron el derribo de una casita que se encontraba en Punta Umbría en una zona entre el Cerrito y la actual Avenida del Océano. Una vivienda que estuvo abandonada varios años y que era muy conocida décadas atrás con el nombre de la “Casa de los alemanes”, por haber sido la morada, en los años treinta del pasado siglo, de una familia germana con dos hijos, muy populares por sus destrezas deportivas, que fueron llamados a filas para luchar en los frentes de la Segunda Guerra Mundial.
Desde niño pasaba por aquel lugar camino de mi casa y siempre sentía la curiosidad de examinar aquella vivienda, con un gran ventanal, donde nos gustaba mirar los enseres de su habitación principal, con escudos, banderas y recuerdos variados.
Se decía que en aquella casa celebraban reuniones de personajes alemanes, bien conocidos en la playa, y que en ocasiones recibían por la noche visitas de algún oficial de marina que, en un bote hinchable, se acercaba a la orilla, y acompañado de marineros del lugar se acercaban al chalet. Era la época en que algunos submarinos de nacionalidad extranjera se acercaban a las aguas de Punta Umbría.
Un día llegó la noticia de la muerte, en campo de batalla, de los dos hermanos que habitaban en aquella casa. La madre se marchó del poblado y la casa quedó en silencio y solitaria, con los muebles cubiertos por sabanas y el recuerdo de aquella familia tan querida.
Pero durante algunos años, las gentes comentaban que algunas noches del invierno se veían luces extrañas y fantasmagóricas en la vivienda. Entre la discreción y el miedo popular, nadie se acercaba por allí. Y así comenzó a nacer la misteriosa historia, conocida por la Casa de los Alemanes, con sus dosis de leyendas, apariciones, etc.
El conocido edificio fue derribado no hace mucho, y me cuentan que entre los escombros encontraron una vieja y deteriorada insignia: la Cruz de Hierro. Podría escribirse la historia de aquellos que un día fueron alma y alegría veraniega de la juventud puntaumbrieña.
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