Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
ESE es el nombre que se le da popularmente a la carretera que conduce desde Rociana del Condado a Mazagón, también llamada Vereda de los playeros o El Villar. Una comunicación directa y cómoda que de antiguo usaban quienes en bestias y camiones emprendían su ruta hacia la costa para disfrutar del verano en los antiguos ranchos, así denominadas las efímeras residencias de las que disfrutaban, especialmente bonariegos y rocianeros en la misma orilla oceánica. En una crónica firmada por nuestro compañero Carlos López el pasado día 17, publicada por nuestro periódico, se daba cuenta de la demanda respaldada por cerca de cuatro mil firmas, de una plataforma ciudadana, solicitando el arreglo de esta vía. Son sólo 25 kilómetros.
Hemos utilizado esta carretera en muchas ocasiones cuando era viable discurrir por ella siempre que nos dirigíamos desde Mazagón a Bonares o Almonte, nuestros términos más frecuentados, no sólo por la reducción de tiempo y combustible en su recorrido sino también por la belleza de los parajes por los que se circula. Hubo un tiempo, singularmente en la década de los años noventa, en que esta vía de comunicación construida por el Instituto Andaluz de la Reforma Agraria era muy frecuentada, especialmente por quienes procedían de Bonares y Rociana del Condado -habituales usuarios y residentes veraniegos de este núcleo costero- incluso por quienes abreviaban su desplazamiento desde Sevilla a través de Almonte, abordando las playas de Mazagón.
Todo ello contribuía a descongestionar otras comunicaciones más o menos adyacentes y por ello hacía más fluidos los itinerarios hacia estas playas del Levante onubense. Ello suponía un considerable alivio al intenso tráfico veraniego. El deterioro de esta carretera, la abusiva instalación de badenes y el abandono de su mantenimiento desaconsejaron su uso. Me consta que referirse a la restauración de una carretera en territorio protegido por razones medioambientales y el famoso programa Life, son palabras mayores y políticamente incorrecto. Pero ello beneficiaría la fluidez de los distintos tráficos y la apertura turística a unas zonas de singular encanto natural.
Se recuperarían así unas comunicaciones de fascinantes atractivos que cruzan arroyos, lagunas y lugares tan hermosos, entre tantos, como el Arboreto del Villar, un paisaje diferente, un centro de ensayo forestal con un buen número de ejemplares de eucaliptos, único en su género. Sería una forma de volver a las tradiciones de muchas familias de esta zona del Condado, pioneros del disfrute y beneficios de estas playas únicas que evoca el poeta rocianero Juan Drago en su bellísimo libro De la luz en el agua, cautivadora poesía y mágica prosa poética que glosa el sortilegio de un paraíso en buena parte perdido.
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