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MEDIO planeta se sumergirá desde hoy, último viernes de noviembre, en un desenfreno consumista que se prolongará hasta final de año e incluso a la primera semana de enero en el caso español. El bombardeo por este black friday empezó hace tiempo, tanto que para el Gobierno del Reino el calendario se le anticipó con un black thursday que tardará en olvidar. Puede que el de ayer sea un día que marque un antes y un después en esta legislatura inviable, en los dos frentes en los que agoniza el sanchismo: la debilidad parlamentaria con la que ha perdido su legitimidad de ejercicio como Gobierno y el cerco judicial a la corrupción en el entorno personal y político de Pedro Sánchez.
En el Congreso de los Diputados, sufrió una dura derrota: 178 votos en contra –PP, Vox, Junts y UPN– tumbaron la senda de déficit y el techo de gasto que, con cinco meses de retraso, el Ministerio de Hacienda sometió a las Cortes Generales. El partido de Carles Puigdemont cumplió sus amenazas y bloqueó toda iniciativa legislativa. Esto ya ocurrió el año anterior, lo que llevó al Gobierno de Sánchez a saltarse de manera flagrante la Constitución al no presentar un proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado. Toda la legislatura sin aprobar las cuentas públicas es una anomalía que no se sostiene, y la propia Comisión Europea ha expresado su preocupación por ello.
Más grave es que un ex ministro y diputado en ejercicio, José Luis Ábalos, entre en la cárcel por el primero de los casos en el que le investiga el Tribunal Supremo y que irá a juicio. La Fiscalía Anticorrupción teme que se fugue y por eso interesó el ingreso en prisión. Mismo destino que ha seguido su otrora asesor: Koldo García. El cambio procesal supone un salto cualitativo en los casos de corrupción y llega a la semana de la primera condena de calado: la del fiscal general del Estado.
Koldo y Ábalos tendrán muy difícil salir de prisión antes de que sean juzgados y ya ha empezado a cristalizar un cambio de estrategia: atacar al Gobierno. De momento, con fuegos artificiales: confirmar Sánchez se reunió antes de la moción de censura a Mariano Rajoy con Arnaldo Otegi. Pero unas semanas preso quizás les lleve a asumir que su mejor opción es pactar rebajas de condena a cambio de asumir los delitos y señalar a responsables por encima de la cadena de mando. Ya lo esbozó ayer apuntando a Begoña Gómez, pero sin aportar material que pueda tumbar al Gobierno. Si lo materializa, marcará el fin de la pesadilla institucional que vive España y del propio sanchismo del que fue un factótum.
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